viernes, 11 de septiembre de 2015

Así es como muere la libertad. How to Arsenio vs. Marvel & OVNI Press

Hace ya algunos meses que tuvimos la oportunidad de charlar en El DeLorean de M&M con Negativo, uno de los responsables tras el blog How to Arsenio Lupín, en la que es nuestra única entrevista hasta la fecha. Y si de algo me arrepiento respecto a ese programa, es de no haber sido capaz de conseguir una mayor difusión para el mismo. Y no de una manera egoísta pensando en nuestro programa, sino porque creo que en él se pudo ver claramente el verdadero talante de gente como el propio Negativo, Arsenio, Keanu Alicante, y muchos otros no necesariamente relacionados con el blog.
Personas generosas con su tiempo, conscientes y consecuentes, desinteresadas, y por encima de todo, comprometidas con su pasión. Mi pasión. Nuestra pasión: Los cómics. Personas que trabajan sin mayor satisfacción que saber que están haciendo lo que creen que es correcto, sin mayor recompensa que algunos posts de agradecimiento. Personas a las que la sola insinuación de aplicarles un calificativo como "pirata" me parece un crimen mucho mayor que los que supuestamente se les atribuyen.

Para poneros en situación, la última semana ha sido especialmente convulsa para los chicos de How to Arsenio. La editorial argentina OVNI Press, en representación de Marvel, interpuso en primer lugar denuncia a Google (blogger) por los contenidos de Marvel disponibles en el blog. Como primera medida, el blog se trasladó a Wordpress como blog privado, es decir, al que solo se puede acceder mediante invitación de los administradores, y anunció que retiraría todas las entradas con material Marvel.
Hoy he amanecido con la noticia de que el blog ha sido retirado también de Wordpress por una nueva denuncia. Os traduzco a continuación un fragmento de la misma:

Mi nombre es Martín Casanova, Soy editor en OVNI Press, una editorial en Argentina. Estoy autorizado para actuar en representación de Matías Timarchi, director de OVNI Press, propietario de un derecho exclusivo que ha sido infringido. Nuestra editorial posee los derechos de copyright para varias compañías de cómics, incluyendo Marvel Comics, Skybound, y Hellboy, entre otras. Hemos estado lidiando con copias digitales ilegales de los cómics que publicamos en Argentina (y otros países latinoamericanos).
Algunos grupos empezaron a escanear cómics originales americanos y traducirlos al Español. Después, los compartieron para que gente de todo el mundo pudiera descargarlos de manera gratuita. En algunos casos, incluso han escaneado nuestros propios cómics traducidos y los han compartido. Estas actividades han tenido un impacto muy negativo en nuestro negocio, y no podemos seguir mirando para otro lado.

He remarcado en negrita la última parte del texto, que es de la que me quiero ocupar en esta entrada.
En primer lugar, How to Arsenio Lupín, no trabaja ni ha trabajado nunca con scans de OVNI Press. De manera casi exclusiva, todas estas páginas trabajan con tradu-maquetaciones, es decir, traducciones propias editadas de manera digital. Aunque como nos ha apuntado Kolam en la sección de comentarios, sí que existen algunos scans de material descatalogado y que ya no se estaba publicando, pero siempre de otras editoriales. Para quien no conozca los entresijos del tema, simplemente decir que es un trabajo que requiere bastante tiempo y dedicación, y en ocasiones más de una persona en el proceso (traducción, a veces revisión de la primera traducción, y disposición del texto en las viñetas con programas de tratamiento de imagen). Este tipo de acusaciones, como cualquier otra, debería venir acompañada de pruebas que, hasta donde yo sé, no van a encontrar en el blog. Imagino que, como en tantas otras cosas en la vida, al poderoso no se le exige el mismo tipo de pruebas que a quien no lo es. Y esto lo dice alguien con conocimiento de causa, ya que hace meses solicité que se retirara, o se me acreditara debidamente, de la web espaciodc una reseña de Crisis en Tierras infinitas plagiada de este blog, aportando para ello las pruebas necesarias, y ahí sigue el contenido sin acreditación alguna.

Pero es la segunda parte de este texto marcado la que me ocupa y me preocupa. Estas actividades han tenido un impacto muy negativo en nuestro negocio. Una afirmación que la mentalidad gregaria y el desconocimiento, pueden hacer que parezca peligrosamente cierta y hasta de perogrullo. Pero ¿realmente lo es?

Ni es mi labor ni tengo los medios para cuantificar de manera metódica esta afirmación. Desde luego, existen infinidad de perfiles de consumidores para este tipo de material. Desde el carroñero compulsivo que se dedica a descargar Teras de contenido que en muchísimas ocasiones ni siquiera llega a leer, hasta el consumidor de toda la vida que solo lo utiliza como filtro para seleccionar de manera responsable en qué gasta su (muy limitado) dinero. Entre los dos extremos, multitud de variantes: gente que no puede acceder a una distribución en papel de esos contenidos en sus países, curiosos, neófitos, veteranos descargando material antiguo no reeditado al que sería imposible acceder de otra manera (al menos sin re-hipotecar sus casas), y un larguísimo etcétera.

Pero empieza a ser imperativo que alguien que sí tenga esos medios, y la suficiente independencia y valentía, haga una cuantificación real del impacto de la cultura libre para el mundo empresarial. Porque los resultados podrían ser sorprendentes y dejar sin argumentos a más de uno. Y si algún día alguien tiene los arrestos de llevar a cabo ese estudio, que cuente con mi hacha.

Porque si bien no puedo hacer ese estudio de manera global, sí que puedo hacerlo acotado a mí mismo y a los que me rodean. Os pongo en antecedentes. Tengo 35 años y desde que tengo uso de razón he sido aficionado a los cómics, desde mis primeros Super Humor hasta Maus, pasando por cómic americano, europeo, manga... Lo que me pongan por delante. Y aún así, solo durante dos momentos de mi vida me he podido llamar a mí mismo coleccionista.

El primero, cuando durante mi infancia comencé a coleccionar los primeros volúmenes de la Patrulla X, Spiderman, y algunos más que publicaba Forum en España, y el Batman de Zinco. Años sencillos en los que solo debías administrar tu asignación entres tus diferentes caprichos, micro-economía que se veía aliviada de vez en cuando por contribuciones adicionales de tus padres tras una traumática visita al dentista, el practicante, o simplemente como recompensa puntual. Pero los años pasan, el espacio en una casa obrera disminuye, los caprichos de la adolescencia arrasan con todo, y el coleccionismo se convierte en errático y descuidado. Ese es mi caso personal, y posiblemente más de uno os podáis identificar con él.

Los años siguen pasando, llega la emancipación, y con tu propio dinero ya no solo debes administrar tus caprichos. Porque como una losa llegan las necesidades, y comienzas a preguntarte cómo se las pudieron ingeniar tus padres para sacarte adelante. Y topas frontalmente con la respuesta: renunciando a muchísimos caprichos. Y no solo el dinero se convierte en un bien limitado; el tiempo, que en tu infancia te parecía casi infinito se vuelve incluso más escaso y precioso que el vil metal. Y el coleccionismo se acaba. De vez en cuando te das una alegría con un buen tomo, pero se acabaron las grapas mensuales, las colecciones de mierda que seguías haciendo por pura inercia, la compra a ciegas...

Sigue pasando el tiempo y tu economía comienza a respirar, pero llevas demasiado tiempo desconectado de muchísimos personajes y eventos. ¿Cómo reengancharse? Te ciñes a lo imprescindible, tu personaje favorito, obras autoconclusivas recomendadas por gente de confianza... Vuelves a ser consumidor, pero en ningún caso coleccionista. A duras penas consumidor habitual.

Abramos aquí un pequeño paréntesis. Porque creo que es importante destacar la diferencia entre el cómic y otros medios. Como muchos sabéis, otra de mis pasiones es el cine, y también una de las industrias que hoy brama y ruge contra la llamada cultura libre. Sin embargo, incluso cuando mi economía personal ha sido muy ajustada, siempre he podido acceder al cine de manera gratuita a través de la televisión. O a un precio reducido a través del videoclub. La única diferencia era el timing. En el caso de la música por ejemplo, ni siquiera existía esa diferencia, ya que siempre se han podido escuchar de manera gratuita los éxitos más recientes a través de la radio. Cualquiera podía acceder a una biblioteca púbica (que no ha sido hasta hace relativamente poco que han comenzado a apostar más por el cómic, pero existiendo aún una gran diferencia cuantitativa) y tener acceso a millones de páginas de literatura. Ya en los 90 podías incluso alquilar un videojuego de 10.000 pesetas por 150 para estimar si valía la pena la inversión. A veces lo terminabas el mismo fin de semana... Pero, ¿y los cómics? A excepción de aquellas cuevas llamadas compro, cambio, vendo donde podías llevarte un ejemplar destrozado de Hulk (como si el propio Hulk hubiera sido su anterior propietario), o pintado a boli de Capa y Puñal a cambio de tu cuidadísimo Liga de la justicia, o vender esos cómics que no te gustaban tanto a una fracción de su valor para llevarte unos pocos, posiblemente igual de malos o peores, los aficionados nunca tuvimos una manera de acceder al material sin malgastar nuestro dinero.

Hasta que llegó Arsenio, aunque no llegó solo. Quizás ni siquiera llegó el primero. Pero fue el primero que yo conocí. Y si tuviera que expresar mi agradecimiento en palabras, no cabrían en este post. Lo que sí puedo hacer es cuantificar su aportación a ESA industria a través de mi persona. Porque gracias a ellos, pude unir los puntos de esos universos tan retorcidamente entrelazados que se han encargado de crear las grandes editoriales, evaluar la verdadera necesidad de los llamados tie ins para una colección determinada (en su mayoría, meros sacacuartos), conocer colecciones a las que no me habría acercado ni con un palo que ahora pueblan mis estanterías. Ellos me han devuelto la pasión y me han convertido de nuevo en un coleccionista. Desde que descubrí Arsenio, mi colección ha aumentado en unos 1700 ejemplares. Y puedo afirmar que por lo menos 1000 de ellos, no los habría adquirido sin haberlos leído antes. Su valor de portada supera los 10.000 €. Y podríamos sumar que de los 700 restantes, más de la mitad tampoco los habría adquirido si no me hubiera vuelto a picar el gusanillo, si no hubiera vuelto a convertirme en coleccionista, quizás modesto en comparación a otros, pero coleccionista al fin y al cabo. También es cierto que no todos los he adquirido de primera mano, pero eso es algo que queda acotado a la economía personal de cada uno. Y muy probablemente, lo que yo haya invertido en el mercado de segunda mano, haya revertido en una inversión por parte del vendedor en más cómics nuevos. Así es la rueda del consumo, y tampoco creo que necesite explicarla a estas alturas. Así que gracias a Arsenio, un solo individuo con una economía modesta, ha movido unos 13.000 € brutos en el mismo mercado que dicen defender estas editoriales. ¿Cuántos carroñeros hacen falta para que el impacto de ese dinero no tenga ningún valor? ¿Cuánto habría invertido cada uno de ellos de no existir How to Arsenio y otras páginas similares? Yo diría que hacen falta muchos, muchísimos. Tengo amigos en una posición económica más favorecida que han movido mucho más dinero, siempre en el mercado de primera mano, en colecciones que no habrían adquirido sin el filtro de Arsenio y páginas similares. Como digo, ojalá que alguien se tome el tiempo de hacer un estudio serio e independiente sobre este fenómeno en el que resulta demasiado fácil colgar a algunos la etiqueta de criminales, mientras las arcas de otros crecen más que nunca.

Para acabar, simplemente brindar mi humilde apoyo en esta noche más oscura a los chicos de How to Arsenio Lupín, y decirles lo que quizás debería haberles dicho en todos y cada uno de sus posts, y quien sabe, quizás también deberían hacerlo algunos de los responsables de esa industria que ahora les persigue: gracias, gracias, y mil veces gracias.

¡Saludos a tod@s!

Enlace a la entrevista a Negativo: http://www.ivoox.com/ep-21-entrevista-a-negativo-how-to-audios-mp3_rf_3500695_1.html

martes, 25 de agosto de 2015

Lectura recomendada: Crisis de identidad (Identity Crisis. Brad Metzer, Rags Morales, 2004. DC Comics)



Cuando uno se aproxima a un evento de DC con la palabra Crisis en su título, resulta casi inevitable pensar en Multiversos, amenazas cósmicas, y un casi interminable desfile de personajes de la editorial. Afortunadamente, en el caso que nos ocupa, nada más lejos de a realidad. Y digo afortunadamente, no porque sienta ningún tipo de animadversión hacia esas otras Crisis, sino porque esta terrenal y, sobre todo, visceral Crisis de Identidad, es para mi una de las grandes obras maestras de la Era Moderna de cómic americano. Una historia que, con pequeños ajustes, podría perfectamente ser extrapolada del mundo de los superhéroes sin perder un ápice de fuerza, pero que tampoco pierde un ápice de credibilidad por la presencia de éstos.

Todo arranca con el misterioso asesinato de Sue Dibny, la esposa del Hombre elástico, Ralph Dibny. A raíz de este acontecimiento, y principalmente a través de los ojos de Green Arrow, se destapará un suceso del pasado de la JLA que removerá los cimientos de su propia esencia, y que afectará profundamente a las convicciones de varios personajes. De los implicados en aquel suceso, algunos como Barry Allen o Hal Jordan ya no están, aunque sí sus sucesores, siendo Wally West la parte más interesada. Otros siguen en activo, y miembros o no de la Liga, viven con las consecuencias de lo que hicieron.

Aún así, no creáis que la historia se limita a señalar con el dedo a un pequeño grupo de héroes. Nadie en esta historia sale con las manos completamente limpias, ni completamente sucias. Más allá de las dudas que ya puede generar el suceso en si, tampoco los mejores del mundo quedan completamente fuera del cuadro. Y lo refleja perfectamente a través las palabras del propio Oliver Queen, Superman oye lo que quiere oír. Batman sabe lo que quiere saber.

Esta trama se entrecruza con las amenazas a otros seres queridos de los héroes, y la propia investigación del asesinato con una narrativa solvente y por momentos sobrecogedora. La conmovedora historia de amor entre Ralph y Sue (que nos acompañará hasta su breve pero efectivo epílogo), ver al propio Ralph incapaz de mantener su forma corpórea por el dolor de la pérdida, la impotencia de Batman en un momento crucial para la vida de Tim... Son solo algunos de los momentos de esta historia que se clavan en la memoria, independientemente de sus consecuencias más allá de ella.

Porque otro de los puntos fuertes de Crisis de Identidad es que puede vivir como un ente propio. Obviamente tiene antecedentes (Teen Titans...), tie-ins, siendo quizás los más relevantes los que atañen a Flash, y consecuencias. Muchas consecuencias, en especial para Batman y Robin (o la aparición de una nueva Manhunter, de la que quizás os hablaré otro día). Pero independientemente de su encaje en continuidad, puede ser leída y disfrutada plenamente sin necesidad de pasar por otras colecciones, que tienen a su vez sus propias tramas en marcha. Y eso es algo que se agradece, y mucho, en una época marcada por la necesidad de dar impuso comercial a cualquier cosa que se pueda relacionar con una obra de este calibre. Todos los antecedentes importantes son referenciados de manera clara y concisa como para que cualquier lector con un mínimo de familiaridad con los personajes pueda saborearla al máximo. Tampoco los que posean un amplio conocimiento, incluso de la continuidad en Eras anteriores, encontrarán en ella ninguna contradicción mayúscula. Detalles relativamente menores, como la solitaria presencia de Sue en la base de la Liga tienen un origen canónico y documentado.

En cuanto al dibujo, solo os puedo ofrecer mi visión de consumidor no cualificado, así que no entraré detalles que van más allá de mi conocimiento. Lo que sí puedo deciros es que esta historia exigía a Morales que fuera capaz de captar y transmitir las emociones de sus protagonistas. Muchas, muy variadas, y muy frecuentes. Y creo que en ese apartado, el más importante, cumple con creces. También sabemos que debido a la inclusión de muchos personajes poco importantes, o apenas vistos en mucho tiempo, Morales tuvo que documentarse de manera bastante exhaustiva, consiguiendo dotarlos de una personalidad propia y distinguible.

Para finalizar, comentaros que existen actualmente dos ediciones de este cómic en España, una en 3 grapas y otra en un solo tomo, ambas de Planeta y descatalogadas, pero que se pueden encontrar en el mercado de segunda mano sin demasiadas dificultades. También es más que probable que ECC reedite esta saga en breve, tal y como hemos confirmado en la sección de consultas de su propia web, pero todavía no hay un anuncio oficial ni fechas.
Existe también un tomo llamado Crisis de identidad: Prólogo, que es en realidad una recopilación de las historias de Justice League of America #122 y #166 a #168 de los años 70, que aunque sí guardan cierta relación con ella, es más bien circunstancial, y un gancho comercial. No me malinterpretéis, son buenos cómics de la JLA en su contexto, y una buena oportunidad para aproximarse al trabajo de un no tan conocido Dick Dillin, pero en ningún caso un Prólogo que os vaya a aportar algún valor añadido de cara a la lectura que nos ocupa.

Volvemos muy pronto con una nueva entrega de nuestro fanfiction. Entretanto, espero que disfrutéis de una lectura de más quilates, como sin duda lo es esta recomendación.
¡Saludos a tod@s!

jueves, 20 de agosto de 2015

The Railway Man ("Un largo viaje". Jonathan Teplitzky, 2013): Tan conmovedora en el fondo como poco arriesgada en la forma.


The Railway Man es la tercera película, y la única de cierto renombre, del director australiano Jonathan Teplitzky, basada en la autobiografía homónima de Eric Lomax. Una historia que ya fue adaptada para la televisión por la BBC en 1995 bajo el título Prisoners of Time, con John Hurt en el papel de Lomax.

Durante la Segunda Guerra Mundial, tras la conquista de Singapur por parte de los japoneses, los prisioneros aliados son forzados a trabajar en la construcción del ferrocarril Tailandia-Burma, una empresa de proporciones inhumanas, para la que según la propia película, se requería un ejército de esclavos. A raíz de dos actos clandestinos, pero más bien inocentes, uno relacionado con la moral de los prisioneros, y otro con su propia devoción por los trenes, Eric Lomax es acusado de conspirar contra sus captores, siendo apartado del grupo (donde hasta ese momento, como ingeniero, tenía ciertos privilegios), humillado, y torturado repetidamente. Años después, todavía arrastrando graves secuelas psicológicas, localiza a uno de sus captores al que creía muerto, y emprende el viaje para confrontarlo.

La cinta arranca con el primer encuentro entre Lomax y la que sería su segunda (y definitiva) esposa, Patti. Una escena que condensa con bastante acierto la fascinación de su protagonista hacia los trenes, así como hacia la mujer que le acompañaría durante el resto de sus días. Aun siendo una narración serena y con tendencia a la elipsis y la omisión de detalles importantes sobre la vida de sus personajes (nunca sabemos cómo se ganaba la vida Eric Lomax, ni tampoco nada de sus hijos o los de Patti), tampoco deja que perdamos el hilo, y sienta unas bases lo suficientemente sólidas como para entender sus comportamientos a lo largo del desarrollo de la historia.

Pero es cuando tiene que contarnos lo sucedido en aquellos campos de prisioneros y el calvario personal de Lomax, donde la película no arriesga y se convierte en un relato relativamente convencional, un conglomerado de cosas que ya hemos visto, un infierno del que se habla mucho más de lo que se nos muestra, y la referencia constante a una habitación que, finalmente, quizás no tiene tanto protagonismo como todo parecía indicar. Se produce así una marcada descompensación entre las dos líneas temporales, que hace perder enteros al conjunto.

Porque mientras el pasado tiene un cierto tufillo a telefilme, quizás no en lo técnico pero sí en lo narrativo,  y sin que tampoco ninguna actuación sobresalga especialmente, en el presente Colin Firth se come la pantalla, sin excesos ni histrionismos. Y es que junto al componente humano de la historia en que se basa, Firth es el indudable e infalible motor de esta película. Una actuación que por momentos no tiene nada que envidiar a su premiado Discurso del Rey, aunque en el tramo final pierda algo de fuerza, también en pos de que Hiroyuki Sanada pueda tener protagonismo en una historia que casi con total seguridad, reclamaba algo más de metraje para él, y algo menos para Kidman.

Si bien es correcta en casi todos sus aspectos, e incluso superior a la media en algunos de ellos, The Railway Man puede no ser un visionado imprescindible. Pero sí lo es la historia de Lomax y Nagase, un relato de pérdida, venganza, culpa y redención que no debería dejar indiferente a nadie. Bien vale la pena gastar dos horitas en conocerla. Porque muchos son los títulos que nos hablan de lo que la guerra puede hacer a los hombres; pero no tantos los que nos hablan de qué pueden hacer los hombres tras ello. Para quien tenga ganas de más, siempre quedará el libro. A quien no le diga nada, más allá de las limitaciones expuestas, tal vez debería revisarse el corazón. O el alma.


lunes, 17 de agosto de 2015

Fan Fiction. Batman: La cura. Capítulo cuatro.

Hola a todo@s. Tal y como os prometí el viernes, llega el capítulo cuatro recién salido del horno. Sé que de momento todo está siendo exposición y diálogo, pero creo que es importante sentar bien las bases de dónde se encuentra emocionalmente cada personaje, y en qué punto aproximado de la continuidad pre-new 52 podría encajarse (con algunas licencias, ya que no dejaría de ser más bien un Elseworld) antes de que empiece la acción. Que tampoco es que vaya a haber a raudales, pero prometo que la habrá.

Espero que os guste.

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo cuatro.

Bat-cueva 0:01

Para cuando el bat-móvil rompe con un estruendo el silencio de la cueva, Alfred lleva esperando unos minutos. Consciente de lo delicado del momento en cuestión, intenta permanecer lo más sereno e inexpresivo posible. Aunque en el pasado no siempre estuvo de acuerdo con la cruzada y los métodos de Batman, piensa que éste no es el momento para otras consideraciones. Los dos hombres se dirigen con paso ligero desde la plataforma del bat-móvil hacia la computadora.

B- ¿Qué tenemos?

A- Alexander William Corserra, 38 años, nacido y criado en Coast City. Comenzó sus estudios de Psicología en la propia CCU, y tras la destrucción de la ciudad se mudó con su familia a Metrópolis, donde finalizó sus estudios y obtuvo el doctorado. Sin antecedentes. Ha trabajado siempre en el campo de la investigación, donde hasta ahora no parecía haber destacado especialmente. Su nombre aparece en una única patente, y solo uno de sus estudios ha pasado las primeras fases de desarrollo. También he generado un listado completo con imágenes de todos los inversores que alguna vez le han financiado, además de familiares, compañeros de clase, profesores... Ninguno de ellos ha generado resultados del cruce automático de referencias, pero tal vez usted pueda obtener algo más. Me he permitido la libertad de prepararle un tentempié en caso de que se presente una noche larga.
Estaré arriba si me necesita. Y… buena suerte señor

B- Gracias, Alfred – retirándose la capucha.

Y al pasar, le devuelve una mirada de cierta calidez a su más antiguo aliado y amigo. Al ver sus ojos tras la máscara, Alfred puede reconocer una preocupación genuina, que más que al propio Batman, le evoca al joven Bruce cuando albergaba muchas más preguntas que respuestas y más dudas que convicciones. Pero no dice nada. Sabe que llegado el momento, tal vez necesite atravesar una vez más su coraza, y para él, esa es una empresa que no admite sutilezas, tentativas, ni distracciones. Así, sin querer anticipar ese momento ni en la realidad ni en su cabeza, se retira para dejarlo trabajar.

Pocos minutos después, apenas habiendo comenzado a repasar minuciosamente los archivos de Corserra, nota un ligero golpe de aire a su espalda, y se detiene. Conoce demasiado bien la sensación como para necesitar confirmación visual.

B- Clark... – Superman también conoce perfectamente la sensación como para extrañarse - ¿A quién debo el honor? ¿Alfred?

S- ¿Qué problema tenéis los detectives con los mayordomos? Soy periodista, ¿recuerdas?

B- No eres tan bueno, y sé que Lois está fuera del país.

S- Dick me pidió que fuera discreto, pero ambos sabemos que eso no tiene sentido contigo.

B- ¿Gordon?

S- Sí. Llamó a Barbara mientras se dirigía a Arkham.

B- Entonces me alegro de que se haya enterado por él… Puedes decirle a Dick que tendré esa conversación con ella tan pronto como llegue al fondo de todo esto.

S- Lo sé –afirma justo antes de adoptar un gesto más serio - Pero Richard no me ha pedido nada relacionado con Barbara. También está preocupado por ti. Y no me entiendas mal, ninguno nos atreveríamos a decirte qué hacer o creer cuando se trata de… él. Sé que tienes mucho que hacer, y que seguramente no necesites mi ayuda; aún así he venido a recordarte una vez más que no estás solo.

B- Sí, tengo mucho que hacer… Pero hay algo que quiero preguntarte antes – girándose hacia Superman, para quien esta situación sí que es completamente inesperada, no pudiendo contener un gesto de sorpresa-. Recuerdo que mi padre solía utilizar con frecuencia una cita: “Lo único que hace falta para que el mal triunfe…

S- …es que los hombres buenos no hagan nada para evitarlo” – asintiendo con la cabeza.

B- Por aquel entonces solo era algo que sonaba muy bien, pero se clavó en mi mente, y más tarde me acompañó durante los años de dudas y sufrimiento. Cada vez que pensaba en rendirme mientras me preparaba, cada vez que cedía un milímetro al deseo de venganza, me la repetía a mí mismo en mi cabeza. Lo que nunca me pregunté es, ¿qué pasaría si un solo hombre bueno quiere hacer demasiado?

S- Nunca es demasiado, Bruce.

B- Eso es lo que siempre creí. Siempre que me enfrenté a la aparición de un nuevo fenómeno, siempre que pude cuestionarme si era mi propia existencia la que los estaba creando, me mantuve firme, consciente de que toda acción conlleva una reacción. Y aunque cada vez parecían temerme menos, insistí en la vía del miedo. Tuve que hacerme mejor, más fuerte, más oscuro.
Pero pienso por un momento en Hal... Él era uno de los nuestros; uno de los mejores además. Los dos vimos lo que le hizo el miedo, y si puede hacerle eso a uno de los héroes más grandes del Universo, ¿qué podría hacerle a un hombre desesperado?
Siempre vi al Joker como la maldad pura, una personificación de todo aquello contra lo que lucho. Cuanto mejor me hacía, más violento, imprevisible y caótico se volvía. Y aunque no creo… aunque sé que esta “cura” no puede retenerle, ahora creo que es posible que detrás de todo, en lo más profundo de tanta maldad, quizás solo haya un hombre asustado.

S- No voy a dudar de tu juicio en esto, pero él siempre ha querido llevarte al límite, ¿no es posible que todo esto sea solo un cambio de planes en su jugada?

B- He visto sus ojos Clark, esta vez no estaba provocándome, estaba pidiéndome ayuda…

S- Sabes que muchas veces he manifestado dudas hacia tus métodos, pero más que eso, siempre me entristeció ver cómo enfocabas tu potencial hacia el miedo y la desconfianza. Muchos me ven como una inspiración, un ideal; pero aunque yo me sienta como tal, en el sentido estricto de la palabra, yo no soy humano.
Pensaba que tú tenías la oportunidad de ser el mejor de todos ellos, una verdadera inspiración, un igual que les demostrara un camino mejor. Y en cambio preferías mantenerte como una leyenda urbana, un cuento para niños y malhechores, incluso una figura distante para los que son como nosotros. Pero con el tiempo te fui conociendo mejor. Cuando me dejaste. Entendí que sacrificaste todo eso para que hombres como yo, como tu padre, o como tú mismo en otra vida, no tuvieran que hacerlo. Y aun sacrificándolo todo, has perdido tanto…
Entendí que también mi propia naturaleza, por más luminoso que me mantenga, puede generar un gran miedo. Y quien más nos teme es también quien más nos odia. En eso, quizás solamente en eso, Luthor y él no son diferentes.
Créeme, cuando llegue el día en que decidas que Batman ya no es necesario y puedas ser por fin Bruce Wayne, muchos seremos los que lo celebremos. Pero he aprendido que mientras no llegue ese día, Batman no es un mal necesario; Batman es necesario.

B- ¿Y si en algún lugar de mi ser, todo este tiempo he estado compitiendo contigo?

S- Déjame contarte algo. Cuando era joven, quería jugar a fútbol americano. Me decía a mi mismo que lo hacía por obtener una beca y hacer más fácil la vida a mis padres, pero en el fondo lo hacía por ego. Mi padre me lo prohibió rotundamente. Al principio creí que por simple miedo a que fuera descubierto, pero él me hizo ver que era mucho más que eso. Todos esos chicos se esforzaban mucho, trabajaban duro para mejorar y poder superar a sus adversarios. No era justo para ellos tener que enfrentarse a un chico que no era en absoluto como ellos; pero sobre todo, no era bueno para mí. “No podemos aprender nada de una victoria sin sacrificio, ni de una meta sin obstáculos”, me dijo.
Lo que hacemos nosotros no es fútbol americano Bruce.
Tras el incidente con Ra’s y los "protocolos", tuve sueños muy vívidos donde perdía el control, sucumbía a ese mismo ego, y me convertía en aquello que desprecio. Y en todos ellos había algo en común. Tú siempre estabas allí para intentar detenerme. En algunos lo conseguías, en otros no; pero nunca te rendías…
Después de todos estos años, puedo decirte que no dejaría mi vida en manos de otro. Ni yo, ni tantos otros. Muchas veces he visto cómo te miran los más jóvenes, y también los más veteranos. Juntos hemos enfrentado amenazas inimaginables, y hemos visto cerca el final. Todos me habrían acompañado a un final heroico, pero ninguno lo habría hecho mientras tú no creyeras que era un final inevitable. Ni siquiera yo mismo. Y en ese sentido, todos competimos contigo. Competir nos hace mejores, nos lleva más allá de lo que creíamos nuestros propios límites. Solo la obsesión puede convertirlo en un problema. Conozco tu obsesión, y sé muy bien que no es competir conmigo, así que por lo que a mi respecta, no dejes de hacerlo.

Un silencio profundo se adueña de la cueva. La mirada contemplativa de Bruce recobra toda su determinación. Con un gesto de aprobación, se vuelve a girar hacia la computadora. No hacen falta más palabras. Pero no por innecesarias, son impronunciables.

B- Puedes decirle a Dick que no se preocupe por mí. Seguro que Barbara le necesita en este momento, ayúdalos en lo que puedas.

S- Siempre lo hago cuando me dejan. Adiós, Bruce.

B- Adiós Clark. Y… - vuelve a notar una ráfaga de aire en la nuca- gracias.


Y aunque haya levantado el vuelo, sabe que Superman le ha escuchado. Y Superman sabe que lo sabe. Ha conseguido lo que venía buscando, aun con la inesperada abertura emocional del hombre al que por encima de todo, considera un amigo; el mejor de todos ellos.

jueves, 13 de agosto de 2015

¿Falta originalidad? Lo que sobra es mediocridad. Ética y contenidos online.

Interrumpo mis habituales reseñas para traeros hoy una pequeña reflexión, siendo probablemente el blog el medio más adecuado para plasmarla.

Me llegó hace no mucho cierto contenido donde se denunciaba abiertamente, y sin demasiado fundamento, una alarmante falta de originalidad en el mundo del entretenimiento. La mil veces repetida canción triste, llena de vaticinios apocalípticos, mucha amargura, y en este caso concreto, escupida desde la limitada óptica de quién cree saber mucho, sabiendo en realidad muy poco.

Porque uno puede o no estar de acuerdo con alguien que afirma lo mismo desde la experiencia de quien lleva años, décadas, en el lado del consumidor compulsivo, en una conversación natural alejada del postureo que ejercen algunos aspirantes a creador de tendencias, que hablan más de lo que piensan, y destruyen mucho más de lo que crean. Y que nadie me malinterprete, ninguno somos ajeno a la pérdida de la capacidad de fascinación que a veces conlleva el paso de los años. La experiencia puede traer consigo una maleta pesada, una carga de escepticismo, un trasfondo amargo, y si no tenemos cuidado, hasta decepción y hastío.

Pero cuando esta afirmación nace de la propia frustración y mediocridad, cuando este hastío no responde a una trayectoria sino que ya viene de fábrica, y además se lanza con ínfulas de superioridad, a uno le saltan todas las costuras.

Hace hoy algo más de tres años, decidí enfocar algunos de mis esfuerzos hacia el mundo de la opinión y la crítica. En este tiempo, mientras buscaba mi propia voz (aún la sigo buscando), sin duda he cometido errores, pero de buen seguro he aprendido algo: quienes queremos dedicarnos a dar opinión, sea de manera profesional o aficionada, debemos procurar tener siempre en mente ciertas máximas. El dogmatismo, el inmovilismo y la posición de superioridad auto-concedida, han de ser vistos como el gran enemigo, y nunca como un sello de identidad. Tanto si queremos aportar un valor añadido, como ser un vehículo de aproximación, un elemento de consulta, o incluso una habitual voz discordante, debemos siempre mirar primero nuestro propio ombligo. Porque en el ejercicio de la opinión, debemos aportar nuestra visión intentando siempre ser vehículo de lo poco o mucho que sabemos, pero nunca esclavos de lo que no sabemos. Nunca vender vivencia como hecho, y aún menos, transmitir datos falsos  para fundamentar en ellos una opinión.

Porque independientemente de la mayor o menor tendencia al reboot, remake, o re-imaginación de conceptos ya conocidos, cada año tenemos varias propuestas interesantes e innovadoras por debajo del radar (Nightcrawler, Snowpiercer, Brick, Blue Ruin...)
Por otro lado, desde que el cine es cine, un alto porcentaje de sus producciones tienen detrás un guión basado en una novela o un hecho real, y algunos de los guiones originales pueden ser también una vuelta de tuerca a esas mismas historias. Y no estoy diciendo que haya que conocer todas esas fuentes, cuando precisamente una de las funciones del cine (y la televisión) siempre ha sido la de acercar al gran público productos anteriormente menos populares. Pero al menos tenerlo en cuenta antes de querer descubrir a las masas este hecho catastrófico que solo un gran analista puede sacar a relucir con tanta agudeza y precisión...
Y la cosa se agrava cuando, por simple afinidad, se pone como ejemplo de originalidad una serie de televisión basada en un personaje que existe desde 1941...

Es mucho más sencillo criticar con una serie de argumentos sesgados, e incluso datos erróneos, una tendencia que no nos gusta, que reflexionar sobre si esa supuesta tendencia es fruto de una decadencia real, de una percepción personal basada en el prejuicio, o de un cambio en la naturaleza del consumidor y el posicionamiento de los productos.
Más sencillo que tratar de analizar los hábitos de demanda de una generación marcadamente mitómana, y las que le siguen. Y desde luego, mucho más fácil y menos laborioso que dedicar tiempo y esfuerzo a buscar y ofrecer alternativas a tu público potencial.
Mucho más fácil que distinguir entre toda esa reutilización de materiales conocidos, qué propuestas creemos que merecen la pena de las que no. O recordar a creadores que sí han aprovechado esos trampolines para contar las historias que querían.
Es mucho más fácil entrar en la constante contradicción con tal de cubicar, escoger un tema más o menos manido para hacer una aproximación polémica, recoger cuatro datos de aquí y allá para complementar nuestras carencias, e intentar ocultarlas de un mundo que queremos que nos juzgue como una referencia que sabemos que no somos, pero que morimos por aparentar. Es mucho más fácil hacer todo esto deprisa y corriendo y ponerse delante de un micrófono o un teclado, que ser honesto con uno mismo y con tu público.

Errar es humano, pero quien mucho yerra y nunca rectifica, tiene un problema, y puede suponer un problema para los demás. Porque está muy bien tener las ideas claras, la vehemencia, e incuso la polémica; pero mi propia experiencia me dice que quien nunca cambia de idea, no es porque tenga las ideas claras, sino porque no sabe lo suficiente.

Puede que falte originalidad, como puede que falte capacidad del otro lado para ubicar el talento, u oportunidades para que éste sobresalga. O puede que no. Parece más bien un tema abierto a debate sin un claro vencedor, que un tema para una exposición unilateral y dogmática.
Lo que desde luego sobra son creadores de contenidos que únicamente se dediquen a intoxicar a su audiencia con sus propios prejuicios. Lo que sobra es mediocridad. Y cuando la mediocridad se premia, todos estamos tentados a coger la vía fácil. Y lo grave no es tomarla como fruto de la inexperiencia, sino hacerlo de manera premeditada y reincidente.

Ya que la calidad de nuestros contenidos depende tanto de criterios objetivos como subjetivos, debemos velar al menos por que su ética, la cual sí depende completamente de nosotros, sea lo menos dudosa posible. Hacerlo de corazón, en lugar de llenarnos la boca de un ejemplo con el que no predicamos.

 Y si no enlazo en esta entrada el contenido que ha provocado esta reflexión (aunque se puede encuadrar en un marco más amplio, que nunca general), no es por tirar la piedra y esconder la mano, sino porque no quiero publicitar y redirigir a mis (pocos o muchos) lectores a un contenido que considero absolutamente nocivo, incluso a modo de ejemplo.

Dicho esto, cierro este pequeño paréntesis, anunciando que entre hoy y el unes caerá el capítulo 4 de "La cura" (cerrando flecos). ¡Saludos a tod@s!

lunes, 10 de agosto de 2015

Ex machina (Alex Garland, 2015): ¿Sueñan los Nerds con Alicias Vikander eléctricas?


Después de dos novelas adaptadas con un resultado dispar (La Playa y Tesseract) y cuatro guiones más o menos exitosos, de los que, como mínimo, podemos decir que ninguno es un completo desastre (28 días después, Sunshine, Nunca me abandones y Dredd), el británico Alex Garland debuta tras las cámaras con uno de esos proyectos que inesperadamente acaba asomando la cabeza en salas comerciales a nivel internacional.

Porque en apariencia, Ex Machina es una película pequeña en un envoltorio pequeño, con pocos actores, pocos escenarios, relativamente poca innovación, y de seguro, poca promoción. Y pese a todo, ha conseguido convertir sus 15 millones de presupuesto en 36 millones de recaudación, pudiendo ser considerada a efectos de porcentaje, un éxito comercial. No perdamos de vista que, pese a las mareantes cifras de los grandes estudios, generar cuanto menos (aplicando la generalista fórmula del doble del presupuesto) 6 millones de beneficio neto tras unos dos años de trabajo, es algo que todos firmaríamos con los ojos cerrados. Y todo ello compartiendo cartel con los todopoderosos Vengadores...

Y decía lo de relativamente poca innovación porque, de entrada, ninguna de las premisas de Ex Machina parece especialmente fresca, evocando desde el clásico Frankenstein hasta la reciente Her, pasando por Blade Runner e incluso Weird Science. Y puede que ninguna de las reflexiones que plantea sean originales por si mismas de manera aislada. Pero quizás el conjunto de todo ello sí que lo sea. Porque dependiendo del espectador, nos invita a reflexionar sobre el ego, o la inseguridad, incluso centrada en el género masculino, si consideramos, y así lo interpreto, que ninguna elección de género es casual en esta cinta. Uno puede ver una metáfora de la misma evolución humana, o una vuelta de tuerca al concepto de matar a Dios para convertirse en Dios (siempre hablando desde un punto de vista antropológico, nunca teólogico, del que huye acertadamente).

Pero aún así, no es un visionado fácil de recomendar. Estructuralmente se centra en la exposición, algo que personalmente no me supone un problema, pero que podría aburrir a quien se aproxime a ella con una expectativa diferente. Presenta un único conflicto argumental (que no intelectual), aunque eso sí, latente a través de una gran atmósfera durante los dos primeros actos, y un desenlace con un giro que tal vez muchos calificarán de previsible. Valiente afirmación a toro pasado, cuando realmente, llegado el momento previo a la resolución, apenas quedan dos alternativas posibles.
Tampoco me atrevo a recomendarla en función de una agrupación del espectador por gustos, ya que podría decepcionar a quien espere grandes dosis de tecnología o ciencia-ficción, conceptos que están ahí únicamente como vehículo.

La única manera de enfocar esta recomendación es en función de la sensibilidad particular del espectador. Ex Machina no habla de Inteligencia Artificial, sino de la humana y de un reflejo muy concreto y condicionado en un organismo cibernético. No necesita fundamentar su solidez en un giro de guión que, por novedoso y sorprendente, acabe eclipsando un desarrollo vacío, como hiciera en su día Shyamalan con El sexto sentido (si alguien se toma la molestia de revisionarla con un mínimo de espíritu crítico). Más bien al contrario, lo que pueda perder en efecto sorpresa, lo gana dotando de un mayor sentido todo lo expuesto con anterioridad. Claro está, siempre que como digo, el espectador se haya dejado seducir por esa exposición.

Sin duda el resultado final se podría haber beneficiado de algo de metraje adicional (tampoco demasiado) que fundamentara algo más algunas escenas, o de la reescritura de alguna parte concreta, o de la visión de un realizador más experimentado. Pero en opinión de quien os habla, eso no desmerece un esfuerzo más que digno, incluso notable.

Porque independientemente del poso (algo muy personal) que os pueda dejar o no su visionado, hay ciertas cosas que nadie puede negar de manera objetiva. En primer lugar, sitúa de manera incontestable a Alicia Vikander en el mapa, como uno de los talentos jóvenes a seguir muy de cerca en los próximos años. Y aunque su actuación serena y su presencia angelical puede para algunos eclipsar todo lo demás, yo no iría tan lejos como para decir que se roba la película.



Porque, como si de un paralelismo con su propio desarrollo se tratase, todos los actores cumplen su papel, pero me gustaría mencionar especialmente a Oscar Isaac, sobre quien recae la responsabilidad de generar gran parte de la atmósfera de la película durante al menos tres cuartas partes de su metraje. Sea de manera presencial o implícita, pero sustentada en los matices de sus minutos en pantalla. Un actor con multitud de registros que merece un espaldarazo comercial más pronto que tarde, y que por desgracia, no apunta que vaya a conseguir con X-Men: Apocalypse, que ya le ha puesto en el ojo del huracán por un trabajo bastante desafortunado en lo que a caracterización se refiere. Aún así, no será la primera víctima de las caracterizaciones de Bryan Singer, territorio que ya ha pisado algún grandísimo actor como Ian McKellen. Desde aquí, la mejor de las suertes Oscar.

-¿Apocalypse? Qué bien, eh?
-Cállate Weasley...
Así pues, la conclusión general es que la suma de conceptos y situaciones vistos con anterioridad, sí pueden dar lugar a un producto que al menos se sienta como algo fresco. Si sóis de los que no tenéis problema con lo enumerado, os invito a darle al menos una oportunidad a esta propuesta, a la que, aunque no acostumbro a dar notas numéricas, voy a puntuar con un 7 (sólido).

Ya sabéis, si no estáis de acuerdo con lo expuesto, si queréis acordaros de mí por la recomendación (en cualquiera de los dos sentidos), o compartir cualquier otra cosa conmigo, podéis hacerlo a través de la sección de Comentarios, o de las redes sociales enlazadas en el blog.
¡Saludos a tod@s!


viernes, 7 de agosto de 2015

Léon. El profesional (Luc Besson, 1994): Benditas lentejas.


En 1994 el hiperactivo Luc Besson nos dejaba la que probablemente, a excepción hecha si se quiere de El quinto elemento (no así para quien os habla), sea su mejor película como director. Uno de los ejemplos más claros que se me ocurren de lo que podríamos considerar como una fan favorite, ya que si bien la recepción crítica de la película fue en muy pocos casos negativa, existe una importante diferencia entre esas valoraciones críticas mezcladas, rondando el 6,5 de media, y el notable alto que recibe por parte del público en webs como imdb, rotten tomatoes o filmaffinity, superando cómodamente el 8.

Como a estas alturas la mayoría ya sabréis, Léon El Profesional se centra en la relación entre el propio Léon, un asesino a sueldo, y Mathilda, una niña de 12 años que busca venganza por el asesinato de su família, a la que, pese a sus dudas, acaba aceptando como aprendiz. Esta viene a ser la sinopsis oficial de la pelicula, aunque lo más fiel a la verdad, sin entrar en grandes spoilers, sería decir que busca venganza por el asesinato de su hermano.

Con esta premisa, 110 minutos por delante, y el hombre detrás de Taken o Transporter a los mandos, uno podría pensar que nos encontramos a las puertas de un viaje cargado de acción, ritmo y violencia. Y en cuanto arranca la cinta, la primera escena parece ratificar esa expectativa. Nada más lejos de la realidad, pues a partir de ese momento y hasta su magnífica escena final (donde la película echa el resto), las escenas de acción se van viendo dosificadas, y cada vez más eclipsadas por el verdadero motor de la película, Léon y Mathilda. Mathilda y Léon.

Con esto no quiero no decir que la película sea un estudio de personajes, una reflexión sobre la naturaleza humana y la complejidad de sus relaciones. En absoluto. Sí que podemos encontrar algún que otro diálogo que cava más profundo, pero la mayoría del tiempo, los roles de niño y adulto se irán intercambiando y entrelazando hasta el punto de hacernos llegar a creer una situación tan rocambolesca en apariencia. No son personajes complejos y oscuros, y creo que ahí reside la magia de la película, en la pureza que ambos irradian de manera natural en un marco de crimen, drogas, muerte y violencia. A título pesonal, me parece algo muy meritorio y difícil de conseguir cuando otras historias con una premisa similar (Kick Ass, God bless America) normalmente son abordadas desde la parodia y la sátira.

Hablando de Kick Ass, uno no puede evitar ver algo de Léon y Mathilda en Big Daddy y Hit-Girl (siempre mezclado con la deconstrucción de Batman y Robin). Especialmente entre Mathilda y Hit-Girl. Desde la peluca de Hit-Girl, hasta un plano que prácticamente comparten ambas películas.




Tampoco es una historia rica en personajes. ya que aparte de su pareja protagonista, solo asoman la cabeza Danny Aiello como Tony, un personaje cuya principal función es en realidad dar matices al personaje de Léon (sobre todo una vez madurada la película), y Gary Oldman como Stansfield, nuestro villano.
Respecto a Oldman, algunos le acusan en esta ocasión (y algunos en muchas otras) de sobreactuado. Debo decir que no comparto lo más mínimo esa visión. Creo que hay que diferenciar entre sobreactuar, e interpretar a un personaje extremo; Stansfield es drogadicto, violento e inestable, un villano con muy pocos minutos en pantalla, que requería un actor sin miedo, capaz de desmelenarse y entregarse a un papel, probablemente el peor escrito de toda la película, que en manos de cualquier otro bien podría haber condenado la película al fracaso.

¿Una escena cagando dices? No hay problema, soy el puto Gary Oldman!
Y digo el peor escrito porque es en lo que le rodea donde vamos a encontrar todas esas lentejas (ya sabéis, si las quieres las tomas y si no las dejas) a las que hacía referencia en el título.
Porque nuevamente, para no estropearos la experiencia si es que aún queda alguien que no la haya visto, solo diré que es un personaje al que se le piden muy pocas explicaciones y se le conceden muchos, muchísimos recursos.
Por no hablar de las cosas que pueden llegar a pasar en una comisaría de policía.
Lentejas sí, pero cuando las acompañas con buenos personajes, buenas actuaciones, y una escena final memorable, uno solo puede decir: benditas lentejas.

A modo de off-topic, simplemente me gustaría señalar mi decepción relativa a estas alturas con Natalie Portman.
Que no se me enfade nadie, sé que solo tiene 34 años, una edad con la que los más afortunados apenas empiezan a despuntar, y un Oscar en su haber. Pero lo cierto es que cuando con 14 años, ya te ha robado el corazón en Léon, les ha robado la película a un supuesto reparto coral en Beautiful Girls, y hasta ha asomado la cabeza por Heat, uno se entrega convencido de que la niña se va a comer el mundo. Y lo cierto es que, 21 años después, su carrera no me parece tan rutilante como hubiera vaticinado por aquel entonces. Ha combinado grandes actuaciones (Closer, Cisne Negro) y buenos proyectos, con auténticos bodrios, comedias románticas, telefilmes de tapadillo, y una muy desafortunada elección de Blockbusters (V de Vendetta, la segunda trilogía de Star Wars, y la franquicia Thor). Y es que su Amidala (mitad de la pareja con menos química de la historia del cine) y su Jane Foster, casi me han hecho desear que Natalie se hubiera criogenizado a los 15 años y salido únicamente de ese estado para interpretar a personajes como Mathilda. Casi. Pero por favor, no más Jane Foster...

La semana que viene voveré con más reseñas, y el cuarto episodio del fanfiction.
¡Saludos a tod@s!


jueves, 6 de agosto de 2015

Fan Fiction. Batman: La cura. Capítulo tres.

Hola a todo@s. Después de un periodo vacacional, aquí tenéis el tercer capítulo del fan fiction "La cura". Aunque no estoy recibiendo unos datos muy esperanzadores en cuanto visitas, y ningún feedback a través del blog, lo cierto es que, tal y como comenté, este es un proyecto que quiero finalizar más como algo personal, que por lo que pueda o no cubicar en lo que a datos se refiere. También debo decir que algunos sí os habéis pronunciado a través de las redes sociales, y aprovecho para daros nuevamente las gracias.
Sin más, espero que os guste, y no temáis compartir vuestras impresiones conmigo, sean en el sentido que sean.

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo tres.


Asilo Arkham, 23:29 h

El caballero oscuro cruza el umbral de la puerta que le debe situar por enésima vez cara a cara con su némesis. Al otro lado, solo esperan una mesa, un par de sillas, y un recluso esposado con el nombre Joker en la solapa de su uniforme; en sus ojos solo encuentra una mirada esquiva y desapasionada. No necesita más para saber que algo ha cambiado dentro del hombre al que tantas veces ha confrontado, pero no le sorprende. Arkham y Corserra no les habrían llevado hasta allí para presumir de su logro si no estuvieran seguros de lo que tenían entre manos. Pero sabe que eso no significa que su papel en todo esto haya terminado.

Demasiadas preguntas en el aire, algunas relacionadas con los límites que hayan podido cruzarse en el proceso, o más importante aún, si ese nuevo estado puede ser realmente permanente. La más importante, en cambio, lleva mucho más tiempo en su cabeza; casi tanto tiempo como su interlocutor, tanto tiempo como el que ha pasado desde que su misión se convirtió en obsesión, cuando empezó a cuestionarse si la maldad pura podía ser derrotada o simplemente estaba condenado a contenerla eternamente.

Pero todas esas preguntas tendrán su momento y lugar para ser estudiadas. Y es que bajo las innumerables máscaras con las que carga, siempre hubo un hombre forzado a convivir demasiado tiempo, demasiadas veces con la pérdida. Un hombre que nunca pudo confiar en una respuesta desde el otro lado que quizás, solo quizás, esta vez sí pueda obtener.

B - Joker...

J - Te agradecería que no me llames así.

B - No estás en posición de pedirme nada. En cualquier caso, te lo preguntaré como si habláramos de otra persona. Así que dime, ¿a qué teme el Joker?

J- A estas alturas ya deberías conocer la respuesta a esa pregunta. A todo, Batman. A la indiferencia, al olvido, a la intrascendencia, a la vida... A todo excepto a la muerte. Y por encima de todo a ti, por obligarme a seguir asustado -
asevera sin que su expresión denote un solo sentimiento.

B - He venido creyendo que podría obtener algo nuevo, pero veo que estaba equivocado. Dicen que has cambiado, pero solo recibo una broma de mal gusto como respuesta. Después de todo, ¿yo soy el responsable de tus actos?

J - Cambiado o no, soy muy consciente de todo lo que he hecho. Si siento culpa o no, es algo que no te incumbe. Soy responsable de mis actos, igual que tú eres responsable de los tuyos. No te culpo por lo que he hecho, te culpo por no haberme parado.

B - Yo siempre he estado ahí para detenerte.

J - Sigue diciéndote eso a ti mismo Batman. Una vez estuviste ahí para detenerme, mucho antes de que fuera una amenaza real, pero sobreviví, y ya nunca fuiste capaz de acabar lo que empezaste.

B - Conozco este juego, lo hemos jugado demasiado tiempo.

J- Oh, sí. El enfermizo juego de tu luminosa oscridad contra mi alegre maldad. Sigues repitiéndote sin pudor la misma mentira con la esperanza de llegar a creerla; nunca has querido un mundo mejor Batman, solo un mundo donde fueras necesario.

B - Si quisiera un psicoanálisis barato, hablaría con Harley. He venido buscando respuestas, si no vas a dármelas, tengo cosas más importantes que hacer...

J - Nunca hubo nada más importante ¿Quieres respuestas? Después de media vida obsesionado contigo, creo que puedo darte algunas. Sé por qué nunca hiciste lo que era necesario.

B - Yo no decido quién vive y quién muere, no soy como tú.

J - Por supuesto, nuestra vieja canción. Si me matas, podrías convertirte en lo mismo; yo gano, tú pierdes... ¿Y qué? ¿Cuánto has sacrificado en pos de tu cruzada? ¿Tanto cuesta sacrificar también tu orgullo? Yo gano y muero, tú pierdes y vives; o mueres, ¿qué más da? Gotham gana, el mundo gana. Mira ahí fuera: Crane, Bane, Croc, Ivy, incluso tu amigo Harvey... Tus coloridos amigos podrían pararlos a todos, al único que no podían detener era a mí. Mi existencia ha estado justificando la tuya, pero no es solo eso...
Si yo desaparecía por cualquier otro motivo, el azuloso te dejaría mantener tu patio de recreo, y hasta podrías seguir jugando con los juguetes de la Liga. Y entonces lo entendí. De algún modo, en algún lugar, él cruzó ese límite vuestro, hizo lo que tenía que hacer, y tú lo sabes. Quizás no lo sepa nadie más, quizás lo sepan unos pocos, pero eso no te importa: mantenerme vivo te hace mejor que Superman. Eso es lo que te convierte en una roca, eso es lo que me impidió llegar a ti incluso cuando empecé a derribar bat-chiquillos.

Batman aprieta los dientes y cierra los puños, y como una furiosa exhalación, arroja la mesa contra la pared haciéndola añicos, y levanta al Joker del cuello.

B - ¡¡No te atrevas, no tienes derecho!!

J -
con un hilo de voz por el estrangulamiento - Al menos... el chico no... tenía miedo... Él... habría terminado... el trabajo... Pero tenías... que ser... tú - y por un instante sus ojos parecen recobrar la vida - Todavía puedes...arreglarlo... Batman...No dejes que... vuelva...a ser...lo que era.

B -
manteniendo la presa por unos segundos antes de dejarlo caer y dirigirse hasta la puerta - Conocerás el infierno Joker, pero no seré yo quién te envíe. - concluye justo antes de abandonar la sala.

De vuelta al otro lado, el semblante serio de Gordon, y la mirada autocomplaciente de los doctores se posan sobre él.

B - Puede que el fármaco sea efectivo, pero si creen que basta con eso para contenerle, están equivocados. Es posible que ya no sienta la necesidad de matar, incluso que la idea le cause rechazo, pero aún queda odio en él.

C - Lo sé, su tratamiento aún no ha terminado. Es normal que a estas alturas todavía sienta algo de rechazo hacia si mismo, y mucho odio hacia Batman. Puedo solucionar la primera parte con psicoterapia, la segunda sería mucho más fácil si estuviera dispuesto a que le ayudemos también a usted.

B - Así que eso es a lo que hemos venido... Hemos terminado aquí.

C - No hace falta que responda ahora mismo, pero piénselo.
"Batman", una criatura que genera tanto miedo solo puede haber nacido de él. Déjeme ayudarle, puedo hacer que el miedo desaparezca.

B - Yo no temo a los criminales, Corserra.

C - Pero teme a las consecuencias de sus actos... ¿Qué otro motivo podría llevar a un hombre adulto y claramente brillante a vestirse de murciélago y malgastar su talento en una pelea de locos?

B - Dicen que no hemos venido a poner en duda sus métodos y sus resultados. Tampoco he venido a que nadie ponga en duda los míos. 
- mientras retoma el camino de salida acompañado por el comisario.

A - Es consciente que acaba de agredir a un paciente de una institución mental, ¿verdad?

G - mientras continúan caminando - Y pese a todo, al menos hoy, no vamos a irnos habiendo agredido también a su director. Caballeros.

Y tal como llegaron, los dos hombres van deshaciendo su camino sin mediar palabra, hasta que una vez abandonado el edificio, Gordon rompe el silencio.

G - Solo dime, ¿crees que es posible que dure?

B - Sé que no durará. Lo que me propongo averiguar es si ellos lo saben. Si esto esconde otros motivos, si son cómplices de un engaño, conseguiré lo necesario para hacerles responder ante la justicia.

G - ¿Y si solo son víctimas de su ego?

B - Entonces, como todos, deberán responder ante ellos mismos.
..

Gordon se detiene por unos segundos. Siente que esas palabras cargan con el peso de un resquicio de duda, quizás incluso de culpa. Lo siente porque ya escuchó el mismo tono antes, cuando perdieron a Harvey Dent, o cuando Bárbara quedó encadenada a una silla de ruedas... Puede que el tiempo le hubiera vuelto más duro y hermético, y aunque nunca le interesó saber quién, Gordon nunca olvidó que ante todo, Batman es solo un hombre.

G - a unos metros de distancia - Sea lo que sea lo que ha pasado ahí dentro, nada ha cambiado.

B - Las cosas cambian constantemente James. La pregunta es si somos conscientes y capaces de adaptarnos a ello.


Gordon observa a su aliado perderse en la oscuridad mientras enciende un cigarrillo.

G- pensando nuevamente en voz alta - El mundo necesita héroes, eso no cambiará nunca. Espero que seas consciente, y que no lo olvides... 



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viernes, 12 de junio de 2015

Fan Fiction. Batman: La cura. Capítulo dos.

Hola a todo@s. Sin más dilación, os dejo el segundo capítulo del fan fiction, bastante más largo que el primero, con la intención de compensar la ligera demora en su publicación. Espero que os guste, y si es así, compartidlo por las redes sociales, y os invito como siempre a dejar vuestras sugerencias, opiniones y comentarios ¡Saludos a tod@s!

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo dos.


Asilo Arkham. 23:12 h.

La sombra del murciélago se proyecta alargada hacia la verja de entrada a este recinto de pesadilla. Los oscuros presagios que transmite su silueta, gótica y retorcida, no son nada en comparación a los horrores que en su interior habitan. Un horror regentado por un solo hombre, más cercano al estado de salud mental de sus reclusos que al de cualquiera de sus conciudadanos. Batman es un hombre desconfiado; desconfiado por necesidad más que por naturaleza, impuesta como tal por una meticulosa metodología, pero si hay un hombre libre, si es que se le puede llamar así, del que desconfía de manera natural, ese es Jeremiah Arkham.
Mientras ve aparecer los faros del coche de Gordon en la distancia, abre su comunicador por uno de los canales privados.

B - Alfred.
A - ¿Señor?
B - Estoy en Arkham. Gordon está de camino. Quiero que durante los próximos minutos prestes especial atención a los sistemas de monitorización. Ante la menor sospecha, el menor indicio de que ocurre algo, si no puedes contactar conmigo, inicia los protocolos de la Liga.
A - ¿La Liga, señor? ¿Tan grave es? Creía que Oráculo se encargaba de coordinar todos los protocolos de emergencia.
B - Se trata del Joker, Alfred. Arkham y un nuevo colaborador suyo aseguran haberle cambiado. Sé que puedo contar con tu discreción en lo que a Oráculo se refiere. Al menos hasta que estemos seguros. Y eso también incluye a…
A - interrumpiéndole– al amo Tim y especialmente al amo Richard, por supuesto. –se detiene por un momento- ¿Y en lo que a usted se refiere?
B - Tengo un mal presentimiento, pero eso no es lo importante ahora. Mientras tanto, quiero que generes una búsqueda de cualquier registro sobre un tal Dr. Corserra. Y hazlo en el…
A - le interrumpe por segunda vez- en el ordenador aislado de nuestra red compartida. Entiendo perfectamente lo que implica “discreción en lo que a Oráculo se refiere”, señor.

Si el caballero oscuro sonriese, podríamos decir que su fugaz expresión en ese momento sería lo más parecido.

B - Gracias Alfred.

Finalmente Gordon deja su coche a la entrada y llega hasta su posición. Tras los cristales de su montura, su mirada parece de nuevo taciturna y distante. La reja se abre con un molesto chirrido sin necesidad de que anuncien su llegada. Sin cruzar una palabra, recorren el camino serpenteante hasta la puerta de acceso principal al recinto; demasiado se han dicho ya a lo largo de tantos años. Demasiadas noches de insomnio, demasiada muerte y caos, demasiado perdido…
Tras la puerta, sus anfitriones, Jeremiah Arkham y presumiblemente, el Dr. Corserra. Arkham se adelanta con cabeza erguida, un gesto poco habitual en él.

A – Caballeros, permítanme presentarles al principal artífice del milagro que están a punto de presenciar, el Dr. Alec Corserra.

Batman y Gordon mantienen su mirada al frente en completo silencio, así que el propio Corserra toma el testigo de la conversación.

C - Por favor, no es momento de halagos, no querríamos soliviantar a nuestros invitados, imagino que estarán ansiosos por comprobar de primera mano si todo esto va en serio o se trata de una broma de mal gusto.
G - ¿Broma de mal gusto?¿Realmente acaba de decir ESO? –sus hombros se inclinan ligeramente hacia delante.
C - Comisario, ruego disculpe mi desafortunada elección de palabras –Batman frunce ligeramente el ceño mientras Gordon mantiene la mirada fija sobre su interlocutor-. Por favor, si son tan amables de acompañarnos, haremos todas estas formalidades mucho más breves y llevaderas.

Los cuatro hombres enfilan un largo pasillo mientras Arkham retoma la conversación.

A – Como ya saben, el motivo de que les hayamos…
G – Corta el rollo Arkham. Todos sabemos lo que hay en juego aquí ¿Batman?
B – ¿De qué tratamiento estamos hablando? ¿Neurológico, farmacológico, hipnosis?
C – El paciente ha sido sometido a un tratamiento farmacológico con refuerzo de psicoterapia, sin ningún tipo de inducción o manipulación.
B - ¿Un nuevo fármaco?
C – Así es, desarrollado por mí mismo.
G – E imagino que habrá sido aprobado para su uso en humanos y no me veré obligado a sacarles de aquí esposados, ¿verdad?
A – Por supuesto comisario. Si me permiten recapitular, todo empezó cuando durante algunas de mis sesiones con el Dr. Crane, más conocido como Scarecrow, supe que su toxina del miedo no había tenido efecto alguno sobre el Joker en más de una ocasión. Aunque muchos pensarían que esto se debe a que no es capaz de sentir miedo, yo empecé a trabajar en la hipótesis contraria. ¿Y si no le afectó porque en realidad no podía estar más asustado? Como en la mayoría de lo que concierne a la mente humana, nuestra ciencia conoce muy poco sobre las patologías del miedo, y dedicamos más esfuerzos a aliviar sus síntomas que a erradicar su origen. Tal vez el Dr. Crane sea uno de los hombres que más haya avanzado nunca en ese campo; pero Crane está loco -emite un extraño sonido nasal que parce ser una risa- no podía contar con su conocimiento ni confiar en su palabra. Fue entonces…
G – fue entonces cuando Harry encontró a Sally.
A – Disculpe si no entiendo esa referencia comisario. Como iba diciendo, fue entonces cuando, buscando especialistas en ese campo, pude entrar en contacto con el Dr. Corserra. Él les explicará más detalles. 

Suben una escalera que les lleva hasta un vestíbulo, donde toman otro pasillo.

C – Así es, como ya imaginarán, llevo años trabajando en el campo del miedo. Es de sobra conocido que el miedo modifica sustancialmente las pautas de comportamiento en animales y seres humanos. Pero a diferencia de los animales, en el ser humano el miedo interactúa con otras muchas funciones de alto nivel, trabajando además a nivel somático. Desde mis inicios, estaba convencido de que el miedo podía cambiar la pauta de comportamiento de un individuo de manera permanente y no solo circunstancial. Durante muchos años, estuve desarrollando mi fórmula, obteniendo resultados inmejorables en las primeras pruebas con animales que habían sufrido traumas y mostraban una gran agresividad y ansiedad. Paralelamente, realicé sesiones con numerosos pacientes que sufrían patologías del miedo. Se suele decir que la mejor manera de superar nuestros miedos es enfrentarnos a ellos; pero según mi tesis, este es uno de los mayores errores de la terapia psicológica en este campo. Enfrentarnos al miedo no hace que lo superemos, sino que nos acostumbremos a él y a las sustancias que en su presencia libera nuestro propio cuerpo. Pero el miedo sigue ahí. Hasta el punto de que muchos de los que afirman “haber superado su miedo”, acaban convertidos en adictos a él. Y creo que Batman entenderá perfectamente de lo que estoy hablando.
B – No juegues conmigo Corserra, sé perfectamente a dónde va todo esto. Inhibición química. Estáis intentando eliminar el miedo de la mente humana.
C – No exactamente. Mi fórmula no ataca directamente al centro neurálgico del miedo, sino que inhibe su interacción con otras funciones de alto nivel. Para decirlo de una manera que el comisario pueda entender, la reacción instintiva de alejarse de un peligro que aparece por sorpresa seguiría produciéndose, pero de prolongarse en el tiempo, el compuesto provocaría una reacción de rechazo en el organismo, hasta que la mente volviera a un estado de normalidad. Es como darle una válvula de escape al miedo, para que no pueda enquistarse e interferir con otras partes de la conciencia o el subconsciente.
B – Estamos hablando de manipular la mente. No creo que ninguna comisión ética haya dado su aprobación a esto. 
C – De hecho, así fue. Tres estados diferentes rechazaron la última fase de pruebas en humanos después de conducir satisfactoriamente todo el proceso anterior. Nadie ve inconveniente en que se trate a un animal que va a ser sacrificado por cruzar la línea roja, pero cuando se habla de humanos y unas patologías que generalmente solo le suponen un problema a quienes las sufren, todo se vuelve inexplicablemente complicado.

Finalmente se detienen frente a una puerta, situándose frente a frente mientras Corserra continúa hablando

C - Entonces apareció el Dr. Arkham, con una propuesta tan obvia como brillante. Nadie tendría ningún reparo en que hiciéramos esas pruebas con un solo hombre, más monstruo que hombre, y que tantas veces había cruzado esa línea roja. Y así fue, en cuanto pusimos el nombre Joker sobre la mesa, la ética cambió de prioridad de un plumazo.
B – Esto no está bien Corserra, lo que intentas es demasiado arriesgado. No voy a permitir que pongas en peligro a esta ciudad solo por alimentar tu ego.

En ese momento el Dr. Arkham, con las manos a la espalda y la cabeza gacha, se interpone de un paso entre ambos

A – Discúlpeme Batman, pero creo que se está llevando una impresión equivocada de todo esto –alzando la vista por encima de la montura de sus gafas-. Si hoy están aquí no es para darnos su aprobación ni para cuestionar nuestros métodos, si hacemos esto es simplemente como un acto de cortesía por su “particular” relación con el paciente. Ahora, si quieren verlo, extenderemos esa cortesía a dejarles unos minutos a solas con él. Pueden encontrarlo tras esta puerta. De lo contrario, me veré obligado a pedirles que vuelvan por donde han venido.

Tras unos segundos de tenso silencio, Batman cruza la puerta. Mientras el Dr. Corserra se aparta hacia un lado, Gordon se aproxima a Arkham, que sigue a escasamente un metro de la puerta, y se coloca a su lado. Le mira fijamente, pero no recibe respuesta visual.

G – Arkham, si esto sale mal, te haré directamente responsable. No pararé hasta acabar con tu carrera y la de tu nuevo amigo.
A – manteniendo la mirada en un punto indefinido sin devolvérsela a Gordon- ¿Es una amenaza, comisario? 
G – ¿Una amenaza? No me tomes por uno de tus reclusos… Es una promesa.



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viernes, 22 de mayo de 2015

Fan Fiction - Batman: La cura. Capítulo uno.

Hola a todo@s. Hace un tiempo que tenía abandonado el blog. La verdad es que no me apetece convertirlo en un blog "redifusor" de noticias recopiladas de un lado y otro, y últimamente no dispongo de tanto tiempo para las críticas más allá del podcast, así que voy a probar con este pequeño experimento. Mi intención es publicar de manera semanal/quincenal micro-capítulos de este fan fiction sobre Batman que estoy puliendo a partir de un borrador que tenía hace un tiempo. 

Aclarar que, simplemente a nivel estructural, no se trata de un guión para un cómic. Utilizaré una narrativa libre para explicar la historia que quiero contar, a través de episodios cortos de frecuencia periódica. Espero que os guste, y vuestros comentarios, críticas y sugerencias serán bien recibidos.

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo uno.


Noche cerrada en Gotham, sólo un haz de luz rompe la oscuridad proyectando sobre el cielo el símbolo del murciélago. Una figura silenciosa se balancea entre los tejados; los últimos meses han sido especialmente tranquilos, patrullas rutinarias y criminales de poca monta tentando a su suerte, esperando que asuntos mayores mantuvieran sus manos ocupadas y su mirada lejos de ellos. Pequeñas escaramuzas que podría dejar en manos de cualquier otro, pero siente que necesita mantener sus sentidos afilados y sus músculos preparados tanto como respirar. Aunque durante todos estos años, amenazas mayores y compañeros increíbles hayan cambiado su mundo, el hombre bajo la máscara no olvida su camino solitario, y nunca olvida que todo empezó con una pequeña escaramuza, que bien podría estar tentado de dejar en manos de cualquier otro…

James Gordon espera en la azotea del GCPD, apurando un cigarrillo medio a escondidas, convencido de que aparecerá pese a no haber tenido contacto con él en un tiempo. Sabe que llegará sin que lo vea venir, como s…

B -Comisario.
G -Justo a tiempo – apagando su cigarrillo-. Hay algo que debes ver. Nos están esperando en Arkham, supongo que no tienes nada mejor que hacer, ¿verdad?
B -¿Arkham? Mis sistemas no indican ninguna anomalía.
G -Oh créeme, es una anomalía, una gran anomalía.
B -Conozco ese tono, James.
Gordon dibuja una mueca, y su gesto se vuelve solemne.
G -Supongo que no tiene sentido trivializar contigo… Sé que recuerdas tan bien como yo la primera vez que nos encontramos aquí.
B -Joker… (casi un gruñido).
G –Pues esta podría ser la última vez que lo hagamos para hablar de él. Al parecer Arkham ha estado trabajando con un colaborador externo en su caso, un tal Corserra, especialista en psicosis y otros trastornos de la personalidad.
B -¿Por qué no he sido informado?
G –Créeme, yo me he hecho la misma pregunta. Pero lo cierto es que por más que se haya metido en nuestras vidas, el Joker no nos pertenece. Aunque cada vez que las cosas se desmadran nos toque a nosotros apagar los fuegos y recoger la basura, técnicamente lo que pase dentro de esas instalaciones es solo incumbencia de Jeremiah Arkham. Y al parecer él y su nuevo amigo están convencidos, qué demonios –se detiene un instante y enciende otro cigarrillo-. Están convencidos de haberle… “curado”.
B –…¿Y tú que crees?
G –Ya sabes lo que creo. Creo que en un mundo justo, la muerte le habría reclamado hace tiempo sin tener que ponernos a ti y a mí constantemente entre él y nuestros principios. Creo que no existe redención por lo que nos ha hecho a ambos, y a esta ciudad. Y creo que soy un cabrón por pedirte esto, pero no estoy preparado para confrontarle y discernir. No creo que pueda mirarle a los ojos y ver a un hombre diferente, aún suponiendo que lo sea.
B -¿Y crees que yo sí?
La expresión del comisario se aligera nuevamente, mientras comienza a deambular.
G –Sé que tú sí, por eso tú eres el superhéroe y yo el policía. Pero eso no hace que me sienta menos culpable… ¿Nos vemos allí en 30 minutos?-Se gira hacia donde estaba Batman, que ya ha desaparecido-. Por supesto… que sean 15 pues - piensa en voz alta mientras pisa su cigarrillo apenas empezado y abandona la azotea-.


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lunes, 12 de enero de 2015

Sesión Doble: Snowpiercer (Joon-ho Bong, 2013) y Filth (Jon S. Baird, 2013)


Os prometía hace más de un mes, en el último TDC podcast, que dejaría para el blog la review de estas dos películas. Después de la interminable serie de contratiempos que van amenizando mi vida personal últimamente, me pongo manos a la obra para cumplir, como siempre, con lo prometido.

Antes de entrar en materia, justifiquemos el por qué de esta sesión doble aparentemente tan inconexa. En primer lugar, sabéis que cuando grabo un spin-off me gusta tocar títulos con una popularidad relativamente media-baja. Es algo que, para diferenciar el formato del que usamos en el DeLorean, me permite utilizar el programa como un pequeño tablón de recomendaciones (pese a los benditos spoilers) al tratarse de una fórmula menos dinámica. Aunque finalmente no grabé las reviews, esa era la idea original para el programa, que acabó convertido en un popurrí de teorías y desvaríos sobre series de superhéroes y otros derivados.
En segundo lugar, existen algunos puntos en común entre ambas. El más importante, ambas contaron con una distribución muy limitada en España, y ambas durante el 2014 pese a ser, como habréis visto en el título, producciones del 2013. Si bien cuando entremos en análisis veremos que esto es más o menos razonable en el caso de Filth, me resulta un tanto chocante si hablamos de Snowpiercer, una cinta con casi todos los ingredientes para haber funcionado, promoción y boca a boca mediante, en grandes salas.
Otro punto en común, aunque anecdótico, es la presencia de Jamie Bell en ambas, que alterna su participación en bodrios como el más que probable destrozo definitivo a los 4F en el cine, o la fallida Jumper, con apariciones en propuestas cinematográficas interesantes, pero relativamente desapercibidas, como el caso que nos ocupa.

Pongámonos pues manos a la obra y entremos de lleno, intentando alejarnos lo más posible de los spoilers que caracterizan nuestro formato sonoro, con Snowpiercer.
Como decía unas líneas más arriba, esta cinta cuenta con un buen número de ingredientes para haber funcionado en salas comerciales, quizás no lo suficiente como para llegar a taquillazo, pero sí para haber ofrecido una interesante rentabilidad invirtiendo un mínimo en promoción y confiando en el boca a boca, elemento imprescindible para estas producciones. Un rostro conocido (y comercialmente al alza) en el papel protagonista, escoltado por algunos secundarios de lujo como Ed Harris o John Hurt; acción, una estética a medio camino entre post-apocalíptica y cyber-punk, y un montaje dinámico, por momentos trepidante, aunque sencillo (estructurado en fases, casi como un videojuego).
Tiene incluso una premisa atractiva de cara al gran público; aunque errónea. Y me explico; cuando uno mira Snowpiercer desde fuera, es fácil llevarse al mismo error que yo cometí: "El Capitán América de tapadillo liderando una revolución en un tren, en favor de los pobres y desvalidos y en contra de los ricos y poderosos". Nada más lejos de la realidad.
Hollywood y su encumbramiento de cualquier obra relacionada con el Holocausto, han familiarizado sobradamente a la audiencia con conceptos como la indefensión aprendida. Sin embargo, pese a las apariencias, Snowpiercer se aleja de este enfoque tan manido para hablarnos de otros conceptos, a estas alturas mucho más interesantes, como la revolución controlada (o dirigida) de una manera sencilla, pero con la crudeza narrativa que suele caracterizar al cine Koreano. Algunas de las confesiones de sus protagonistas golpean directo a la mandíbula, y si nos ponemos conspiranoícos, podrían haber puesto incluso nerviosos a algunos en Marvel-Disney. Y es que no deja de resultar curioso que, justo después de firmar su mejor papel protagonista (con la excepción de Steve Rogers si se quiere), el amigo Chris Evans anunciara que de ahora en adelante solo actuaría para Marvel Studios. Y hasta ahí puedo leer...
Y hablando de cómics, Snowpiercer tiene también muchos de los ingredientes de los buenos cómics "adultos". Buenas dosis de violencia física y verbal, personajes extremos, grotescos, o pintorescos, situaciones viñeteras...

Quizás no tengan mucha visibilidad, pero acojonar, acojonan...
Nadie o casi nadie resulta ser totalmente inocente a bordo de este tren del fin del Mundo, y los que lo son tampoco tienen garantizado sobrevivir a la película para contarlo. Los héroes no lo son tanto, y el speech del supervillano de turno nos dejará con algunas dudas (sobre la veracidad de algo en concreto, no sobre lo despreciable, sea más o menos irremediable desde su enfermizo punto de vista, de sus métodos).
Y ahí es donde encontraremos la parte más delicada de la cinta. Su resolución es abrupta, como requiere su desarrollo, pero hay un par de inconexiones en las palabras del ingeniero, quizás algo sobreactuado, y una revelación algo precipitada, aunque necesaria para transitar hacia ese desenlace, de un par de personajes hasta entonces de apoyo.
De todas maneras, pese a que os cuaje más o menos ese final, creo que no llega a desmerecer las numerosas virtudes exhibidas durante el viaje. Es todo lo que puedo decir sin estropearos la experiencia. Experiencia que, al igual que en su día hizo  mi amigo (y compañero en las ondas) Miguel conmigo, os recomiendo sin ningún género de dudas.

Algo que, de algún modo, no puedo hacer tan abiertamente con la segunda propuesta de hoy.


Y es que Filth, pese a no engañar a nadie con su título, sí que ha sido en cierto modo víctima de un trailer demasiado mentiroso. Y es que cuando una tarde de domingo cualquiera, uno se dispone a ver una suerte de comedia con cierto aire a Guy Ritchie, y lo que se encuentra es un viaje a los infiernos cuesta abajo y sin frenos, puede encontrarse con una inesperada indigestión que arruine el tramo final de sus días de relax.
Porque aunque llegue cargada de mala leche, no encontraréis en la película apenas una gota más de humor del que ya ofrece el trailer, y lo hace diseminado a lo largo de un metraje donde, puesto en contexto, no hace ni pizca de gracia. Aunque soez, malhablado y corrosivo, el detective Bruce Robertson no es ningún fucker escondido bajo una coraza de tipo duro, sino más bien todo lo contrario.
Y no es que eso sea un problema per se, pero el choque de contrastes entre expectativa y realidad puede ser demasiado para el cuerpo si, como yo, no sabéis de antemano a qué os estáis enfrentando.
A grandes rasgos, no es que estemos ante una obra memorable, pero sí ante un producto que aúna algunos puntos a su favor, sobre todo para tratarse de una segunda película en el haber de su director.
Es ante todo, una película de actores. Hasta donde Filth puede ser más o menos creíble, es gracias a sus intérpretes. James McAvoy demuestra de nuevo que es más que una cara de niño bueno, llegando allá donde el guión no llega. Y para mi gusto, pese a pretender ser un retrato genuino de la locura, no es en pocas ocasiones donde podría chirriar en manos de un actor menos competente.
Tampoco le van a la zaga Jamie Bell, con su momento de gloria hacia el final de la cinta, y muy especialmente, Eddie Marsan, que ejerce de contrapunto perfecto no dejándose eclipsar por el papel redentor que el libreto reserva para su personaje.

Si bien visto desde un punto de vista puramente objetivo, que dicho sea de paso, un servidor siempre ha sido incapaz de adoptar, ambas podrían ser productos igualmente recomendables, yo seré un poco más cauto en ese aspecto, recomendando a tod@s el visionado de Snowpiercer, y reservando Filth para los amantes de ese cine indigesto que, sin ser en absoluto hipster, podríamos etiquetar de indie (etiqueta que tampoco me gusta demasiado usar, pero de alguna manera hay que hacerse entender). O para esas tardes autodestructivas; o, quién sabe, quizás para todo lo contrario...

¡Saludos a tod@s!