viernes, 12 de junio de 2015

Fan Fiction. Batman: La cura. Capítulo dos.

Hola a todo@s. Sin más dilación, os dejo el segundo capítulo del fan fiction, bastante más largo que el primero, con la intención de compensar la ligera demora en su publicación. Espero que os guste, y si es así, compartidlo por las redes sociales, y os invito como siempre a dejar vuestras sugerencias, opiniones y comentarios ¡Saludos a tod@s!

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo dos.


Asilo Arkham. 23:12 h.

La sombra del murciélago se proyecta alargada hacia la verja de entrada a este recinto de pesadilla. Los oscuros presagios que transmite su silueta, gótica y retorcida, no son nada en comparación a los horrores que en su interior habitan. Un horror regentado por un solo hombre, más cercano al estado de salud mental de sus reclusos que al de cualquiera de sus conciudadanos. Batman es un hombre desconfiado; desconfiado por necesidad más que por naturaleza, impuesta como tal por una meticulosa metodología, pero si hay un hombre libre, si es que se le puede llamar así, del que desconfía de manera natural, ese es Jeremiah Arkham.
Mientras ve aparecer los faros del coche de Gordon en la distancia, abre su comunicador por uno de los canales privados.

B - Alfred.
A - ¿Señor?
B - Estoy en Arkham. Gordon está de camino. Quiero que durante los próximos minutos prestes especial atención a los sistemas de monitorización. Ante la menor sospecha, el menor indicio de que ocurre algo, si no puedes contactar conmigo, inicia los protocolos de la Liga.
A - ¿La Liga, señor? ¿Tan grave es? Creía que Oráculo se encargaba de coordinar todos los protocolos de emergencia.
B - Se trata del Joker, Alfred. Arkham y un nuevo colaborador suyo aseguran haberle cambiado. Sé que puedo contar con tu discreción en lo que a Oráculo se refiere. Al menos hasta que estemos seguros. Y eso también incluye a…
A - interrumpiéndole– al amo Tim y especialmente al amo Richard, por supuesto. –se detiene por un momento- ¿Y en lo que a usted se refiere?
B - Tengo un mal presentimiento, pero eso no es lo importante ahora. Mientras tanto, quiero que generes una búsqueda de cualquier registro sobre un tal Dr. Corserra. Y hazlo en el…
A - le interrumpe por segunda vez- en el ordenador aislado de nuestra red compartida. Entiendo perfectamente lo que implica “discreción en lo que a Oráculo se refiere”, señor.

Si el caballero oscuro sonriese, podríamos decir que su fugaz expresión en ese momento sería lo más parecido.

B - Gracias Alfred.

Finalmente Gordon deja su coche a la entrada y llega hasta su posición. Tras los cristales de su montura, su mirada parece de nuevo taciturna y distante. La reja se abre con un molesto chirrido sin necesidad de que anuncien su llegada. Sin cruzar una palabra, recorren el camino serpenteante hasta la puerta de acceso principal al recinto; demasiado se han dicho ya a lo largo de tantos años. Demasiadas noches de insomnio, demasiada muerte y caos, demasiado perdido…
Tras la puerta, sus anfitriones, Jeremiah Arkham y presumiblemente, el Dr. Corserra. Arkham se adelanta con cabeza erguida, un gesto poco habitual en él.

A – Caballeros, permítanme presentarles al principal artífice del milagro que están a punto de presenciar, el Dr. Alec Corserra.

Batman y Gordon mantienen su mirada al frente en completo silencio, así que el propio Corserra toma el testigo de la conversación.

C - Por favor, no es momento de halagos, no querríamos soliviantar a nuestros invitados, imagino que estarán ansiosos por comprobar de primera mano si todo esto va en serio o se trata de una broma de mal gusto.
G - ¿Broma de mal gusto?¿Realmente acaba de decir ESO? –sus hombros se inclinan ligeramente hacia delante.
C - Comisario, ruego disculpe mi desafortunada elección de palabras –Batman frunce ligeramente el ceño mientras Gordon mantiene la mirada fija sobre su interlocutor-. Por favor, si son tan amables de acompañarnos, haremos todas estas formalidades mucho más breves y llevaderas.

Los cuatro hombres enfilan un largo pasillo mientras Arkham retoma la conversación.

A – Como ya saben, el motivo de que les hayamos…
G – Corta el rollo Arkham. Todos sabemos lo que hay en juego aquí ¿Batman?
B – ¿De qué tratamiento estamos hablando? ¿Neurológico, farmacológico, hipnosis?
C – El paciente ha sido sometido a un tratamiento farmacológico con refuerzo de psicoterapia, sin ningún tipo de inducción o manipulación.
B - ¿Un nuevo fármaco?
C – Así es, desarrollado por mí mismo.
G – E imagino que habrá sido aprobado para su uso en humanos y no me veré obligado a sacarles de aquí esposados, ¿verdad?
A – Por supuesto comisario. Si me permiten recapitular, todo empezó cuando durante algunas de mis sesiones con el Dr. Crane, más conocido como Scarecrow, supe que su toxina del miedo no había tenido efecto alguno sobre el Joker en más de una ocasión. Aunque muchos pensarían que esto se debe a que no es capaz de sentir miedo, yo empecé a trabajar en la hipótesis contraria. ¿Y si no le afectó porque en realidad no podía estar más asustado? Como en la mayoría de lo que concierne a la mente humana, nuestra ciencia conoce muy poco sobre las patologías del miedo, y dedicamos más esfuerzos a aliviar sus síntomas que a erradicar su origen. Tal vez el Dr. Crane sea uno de los hombres que más haya avanzado nunca en ese campo; pero Crane está loco -emite un extraño sonido nasal que parce ser una risa- no podía contar con su conocimiento ni confiar en su palabra. Fue entonces…
G – fue entonces cuando Harry encontró a Sally.
A – Disculpe si no entiendo esa referencia comisario. Como iba diciendo, fue entonces cuando, buscando especialistas en ese campo, pude entrar en contacto con el Dr. Corserra. Él les explicará más detalles. 

Suben una escalera que les lleva hasta un vestíbulo, donde toman otro pasillo.

C – Así es, como ya imaginarán, llevo años trabajando en el campo del miedo. Es de sobra conocido que el miedo modifica sustancialmente las pautas de comportamiento en animales y seres humanos. Pero a diferencia de los animales, en el ser humano el miedo interactúa con otras muchas funciones de alto nivel, trabajando además a nivel somático. Desde mis inicios, estaba convencido de que el miedo podía cambiar la pauta de comportamiento de un individuo de manera permanente y no solo circunstancial. Durante muchos años, estuve desarrollando mi fórmula, obteniendo resultados inmejorables en las primeras pruebas con animales que habían sufrido traumas y mostraban una gran agresividad y ansiedad. Paralelamente, realicé sesiones con numerosos pacientes que sufrían patologías del miedo. Se suele decir que la mejor manera de superar nuestros miedos es enfrentarnos a ellos; pero según mi tesis, este es uno de los mayores errores de la terapia psicológica en este campo. Enfrentarnos al miedo no hace que lo superemos, sino que nos acostumbremos a él y a las sustancias que en su presencia libera nuestro propio cuerpo. Pero el miedo sigue ahí. Hasta el punto de que muchos de los que afirman “haber superado su miedo”, acaban convertidos en adictos a él. Y creo que Batman entenderá perfectamente de lo que estoy hablando.
B – No juegues conmigo Corserra, sé perfectamente a dónde va todo esto. Inhibición química. Estáis intentando eliminar el miedo de la mente humana.
C – No exactamente. Mi fórmula no ataca directamente al centro neurálgico del miedo, sino que inhibe su interacción con otras funciones de alto nivel. Para decirlo de una manera que el comisario pueda entender, la reacción instintiva de alejarse de un peligro que aparece por sorpresa seguiría produciéndose, pero de prolongarse en el tiempo, el compuesto provocaría una reacción de rechazo en el organismo, hasta que la mente volviera a un estado de normalidad. Es como darle una válvula de escape al miedo, para que no pueda enquistarse e interferir con otras partes de la conciencia o el subconsciente.
B – Estamos hablando de manipular la mente. No creo que ninguna comisión ética haya dado su aprobación a esto. 
C – De hecho, así fue. Tres estados diferentes rechazaron la última fase de pruebas en humanos después de conducir satisfactoriamente todo el proceso anterior. Nadie ve inconveniente en que se trate a un animal que va a ser sacrificado por cruzar la línea roja, pero cuando se habla de humanos y unas patologías que generalmente solo le suponen un problema a quienes las sufren, todo se vuelve inexplicablemente complicado.

Finalmente se detienen frente a una puerta, situándose frente a frente mientras Corserra continúa hablando

C - Entonces apareció el Dr. Arkham, con una propuesta tan obvia como brillante. Nadie tendría ningún reparo en que hiciéramos esas pruebas con un solo hombre, más monstruo que hombre, y que tantas veces había cruzado esa línea roja. Y así fue, en cuanto pusimos el nombre Joker sobre la mesa, la ética cambió de prioridad de un plumazo.
B – Esto no está bien Corserra, lo que intentas es demasiado arriesgado. No voy a permitir que pongas en peligro a esta ciudad solo por alimentar tu ego.

En ese momento el Dr. Arkham, con las manos a la espalda y la cabeza gacha, se interpone de un paso entre ambos

A – Discúlpeme Batman, pero creo que se está llevando una impresión equivocada de todo esto –alzando la vista por encima de la montura de sus gafas-. Si hoy están aquí no es para darnos su aprobación ni para cuestionar nuestros métodos, si hacemos esto es simplemente como un acto de cortesía por su “particular” relación con el paciente. Ahora, si quieren verlo, extenderemos esa cortesía a dejarles unos minutos a solas con él. Pueden encontrarlo tras esta puerta. De lo contrario, me veré obligado a pedirles que vuelvan por donde han venido.

Tras unos segundos de tenso silencio, Batman cruza la puerta. Mientras el Dr. Corserra se aparta hacia un lado, Gordon se aproxima a Arkham, que sigue a escasamente un metro de la puerta, y se coloca a su lado. Le mira fijamente, pero no recibe respuesta visual.

G – Arkham, si esto sale mal, te haré directamente responsable. No pararé hasta acabar con tu carrera y la de tu nuevo amigo.
A – manteniendo la mirada en un punto indefinido sin devolvérsela a Gordon- ¿Es una amenaza, comisario? 
G – ¿Una amenaza? No me tomes por uno de tus reclusos… Es una promesa.



Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.