martes, 25 de agosto de 2015

Lectura recomendada: Crisis de identidad (Identity Crisis. Brad Metzer, Rags Morales, 2004. DC Comics)



Cuando uno se aproxima a un evento de DC con la palabra Crisis en su título, resulta casi inevitable pensar en Multiversos, amenazas cósmicas, y un casi interminable desfile de personajes de la editorial. Afortunadamente, en el caso que nos ocupa, nada más lejos de a realidad. Y digo afortunadamente, no porque sienta ningún tipo de animadversión hacia esas otras Crisis, sino porque esta terrenal y, sobre todo, visceral Crisis de Identidad, es para mi una de las grandes obras maestras de la Era Moderna de cómic americano. Una historia que, con pequeños ajustes, podría perfectamente ser extrapolada del mundo de los superhéroes sin perder un ápice de fuerza, pero que tampoco pierde un ápice de credibilidad por la presencia de éstos.

Todo arranca con el misterioso asesinato de Sue Dibny, la esposa del Hombre elástico, Ralph Dibny. A raíz de este acontecimiento, y principalmente a través de los ojos de Green Arrow, se destapará un suceso del pasado de la JLA que removerá los cimientos de su propia esencia, y que afectará profundamente a las convicciones de varios personajes. De los implicados en aquel suceso, algunos como Barry Allen o Hal Jordan ya no están, aunque sí sus sucesores, siendo Wally West la parte más interesada. Otros siguen en activo, y miembros o no de la Liga, viven con las consecuencias de lo que hicieron.

Aún así, no creáis que la historia se limita a señalar con el dedo a un pequeño grupo de héroes. Nadie en esta historia sale con las manos completamente limpias, ni completamente sucias. Más allá de las dudas que ya puede generar el suceso en si, tampoco los mejores del mundo quedan completamente fuera del cuadro. Y lo refleja perfectamente a través las palabras del propio Oliver Queen, Superman oye lo que quiere oír. Batman sabe lo que quiere saber.

Esta trama se entrecruza con las amenazas a otros seres queridos de los héroes, y la propia investigación del asesinato con una narrativa solvente y por momentos sobrecogedora. La conmovedora historia de amor entre Ralph y Sue (que nos acompañará hasta su breve pero efectivo epílogo), ver al propio Ralph incapaz de mantener su forma corpórea por el dolor de la pérdida, la impotencia de Batman en un momento crucial para la vida de Tim... Son solo algunos de los momentos de esta historia que se clavan en la memoria, independientemente de sus consecuencias más allá de ella.

Porque otro de los puntos fuertes de Crisis de Identidad es que puede vivir como un ente propio. Obviamente tiene antecedentes (Teen Titans...), tie-ins, siendo quizás los más relevantes los que atañen a Flash, y consecuencias. Muchas consecuencias, en especial para Batman y Robin (o la aparición de una nueva Manhunter, de la que quizás os hablaré otro día). Pero independientemente de su encaje en continuidad, puede ser leída y disfrutada plenamente sin necesidad de pasar por otras colecciones, que tienen a su vez sus propias tramas en marcha. Y eso es algo que se agradece, y mucho, en una época marcada por la necesidad de dar impuso comercial a cualquier cosa que se pueda relacionar con una obra de este calibre. Todos los antecedentes importantes son referenciados de manera clara y concisa como para que cualquier lector con un mínimo de familiaridad con los personajes pueda saborearla al máximo. Tampoco los que posean un amplio conocimiento, incluso de la continuidad en Eras anteriores, encontrarán en ella ninguna contradicción mayúscula. Detalles relativamente menores, como la solitaria presencia de Sue en la base de la Liga tienen un origen canónico y documentado.

En cuanto al dibujo, solo os puedo ofrecer mi visión de consumidor no cualificado, así que no entraré detalles que van más allá de mi conocimiento. Lo que sí puedo deciros es que esta historia exigía a Morales que fuera capaz de captar y transmitir las emociones de sus protagonistas. Muchas, muy variadas, y muy frecuentes. Y creo que en ese apartado, el más importante, cumple con creces. También sabemos que debido a la inclusión de muchos personajes poco importantes, o apenas vistos en mucho tiempo, Morales tuvo que documentarse de manera bastante exhaustiva, consiguiendo dotarlos de una personalidad propia y distinguible.

Para finalizar, comentaros que existen actualmente dos ediciones de este cómic en España, una en 3 grapas y otra en un solo tomo, ambas de Planeta y descatalogadas, pero que se pueden encontrar en el mercado de segunda mano sin demasiadas dificultades. También es más que probable que ECC reedite esta saga en breve, tal y como hemos confirmado en la sección de consultas de su propia web, pero todavía no hay un anuncio oficial ni fechas.
Existe también un tomo llamado Crisis de identidad: Prólogo, que es en realidad una recopilación de las historias de Justice League of America #122 y #166 a #168 de los años 70, que aunque sí guardan cierta relación con ella, es más bien circunstancial, y un gancho comercial. No me malinterpretéis, son buenos cómics de la JLA en su contexto, y una buena oportunidad para aproximarse al trabajo de un no tan conocido Dick Dillin, pero en ningún caso un Prólogo que os vaya a aportar algún valor añadido de cara a la lectura que nos ocupa.

Volvemos muy pronto con una nueva entrega de nuestro fanfiction. Entretanto, espero que disfrutéis de una lectura de más quilates, como sin duda lo es esta recomendación.
¡Saludos a tod@s!

jueves, 20 de agosto de 2015

The Railway Man ("Un largo viaje". Jonathan Teplitzky, 2013): Tan conmovedora en el fondo como poco arriesgada en la forma.


The Railway Man es la tercera película, y la única de cierto renombre, del director australiano Jonathan Teplitzky, basada en la autobiografía homónima de Eric Lomax. Una historia que ya fue adaptada para la televisión por la BBC en 1995 bajo el título Prisoners of Time, con John Hurt en el papel de Lomax.

Durante la Segunda Guerra Mundial, tras la conquista de Singapur por parte de los japoneses, los prisioneros aliados son forzados a trabajar en la construcción del ferrocarril Tailandia-Burma, una empresa de proporciones inhumanas, para la que según la propia película, se requería un ejército de esclavos. A raíz de dos actos clandestinos, pero más bien inocentes, uno relacionado con la moral de los prisioneros, y otro con su propia devoción por los trenes, Eric Lomax es acusado de conspirar contra sus captores, siendo apartado del grupo (donde hasta ese momento, como ingeniero, tenía ciertos privilegios), humillado, y torturado repetidamente. Años después, todavía arrastrando graves secuelas psicológicas, localiza a uno de sus captores al que creía muerto, y emprende el viaje para confrontarlo.

La cinta arranca con el primer encuentro entre Lomax y la que sería su segunda (y definitiva) esposa, Patti. Una escena que condensa con bastante acierto la fascinación de su protagonista hacia los trenes, así como hacia la mujer que le acompañaría durante el resto de sus días. Aun siendo una narración serena y con tendencia a la elipsis y la omisión de detalles importantes sobre la vida de sus personajes (nunca sabemos cómo se ganaba la vida Eric Lomax, ni tampoco nada de sus hijos o los de Patti), tampoco deja que perdamos el hilo, y sienta unas bases lo suficientemente sólidas como para entender sus comportamientos a lo largo del desarrollo de la historia.

Pero es cuando tiene que contarnos lo sucedido en aquellos campos de prisioneros y el calvario personal de Lomax, donde la película no arriesga y se convierte en un relato relativamente convencional, un conglomerado de cosas que ya hemos visto, un infierno del que se habla mucho más de lo que se nos muestra, y la referencia constante a una habitación que, finalmente, quizás no tiene tanto protagonismo como todo parecía indicar. Se produce así una marcada descompensación entre las dos líneas temporales, que hace perder enteros al conjunto.

Porque mientras el pasado tiene un cierto tufillo a telefilme, quizás no en lo técnico pero sí en lo narrativo,  y sin que tampoco ninguna actuación sobresalga especialmente, en el presente Colin Firth se come la pantalla, sin excesos ni histrionismos. Y es que junto al componente humano de la historia en que se basa, Firth es el indudable e infalible motor de esta película. Una actuación que por momentos no tiene nada que envidiar a su premiado Discurso del Rey, aunque en el tramo final pierda algo de fuerza, también en pos de que Hiroyuki Sanada pueda tener protagonismo en una historia que casi con total seguridad, reclamaba algo más de metraje para él, y algo menos para Kidman.

Si bien es correcta en casi todos sus aspectos, e incluso superior a la media en algunos de ellos, The Railway Man puede no ser un visionado imprescindible. Pero sí lo es la historia de Lomax y Nagase, un relato de pérdida, venganza, culpa y redención que no debería dejar indiferente a nadie. Bien vale la pena gastar dos horitas en conocerla. Porque muchos son los títulos que nos hablan de lo que la guerra puede hacer a los hombres; pero no tantos los que nos hablan de qué pueden hacer los hombres tras ello. Para quien tenga ganas de más, siempre quedará el libro. A quien no le diga nada, más allá de las limitaciones expuestas, tal vez debería revisarse el corazón. O el alma.


lunes, 17 de agosto de 2015

Fan Fiction. Batman: La cura. Capítulo cuatro.

Hola a todo@s. Tal y como os prometí el viernes, llega el capítulo cuatro recién salido del horno. Sé que de momento todo está siendo exposición y diálogo, pero creo que es importante sentar bien las bases de dónde se encuentra emocionalmente cada personaje, y en qué punto aproximado de la continuidad pre-new 52 podría encajarse (con algunas licencias, ya que no dejaría de ser más bien un Elseworld) antes de que empiece la acción. Que tampoco es que vaya a haber a raudales, pero prometo que la habrá.

Espero que os guste.

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo cuatro.

Bat-cueva 0:01

Para cuando el bat-móvil rompe con un estruendo el silencio de la cueva, Alfred lleva esperando unos minutos. Consciente de lo delicado del momento en cuestión, intenta permanecer lo más sereno e inexpresivo posible. Aunque en el pasado no siempre estuvo de acuerdo con la cruzada y los métodos de Batman, piensa que éste no es el momento para otras consideraciones. Los dos hombres se dirigen con paso ligero desde la plataforma del bat-móvil hacia la computadora.

B- ¿Qué tenemos?

A- Alexander William Corserra, 38 años, nacido y criado en Coast City. Comenzó sus estudios de Psicología en la propia CCU, y tras la destrucción de la ciudad se mudó con su familia a Metrópolis, donde finalizó sus estudios y obtuvo el doctorado. Sin antecedentes. Ha trabajado siempre en el campo de la investigación, donde hasta ahora no parecía haber destacado especialmente. Su nombre aparece en una única patente, y solo uno de sus estudios ha pasado las primeras fases de desarrollo. También he generado un listado completo con imágenes de todos los inversores que alguna vez le han financiado, además de familiares, compañeros de clase, profesores... Ninguno de ellos ha generado resultados del cruce automático de referencias, pero tal vez usted pueda obtener algo más. Me he permitido la libertad de prepararle un tentempié en caso de que se presente una noche larga.
Estaré arriba si me necesita. Y… buena suerte señor

B- Gracias, Alfred – retirándose la capucha.

Y al pasar, le devuelve una mirada de cierta calidez a su más antiguo aliado y amigo. Al ver sus ojos tras la máscara, Alfred puede reconocer una preocupación genuina, que más que al propio Batman, le evoca al joven Bruce cuando albergaba muchas más preguntas que respuestas y más dudas que convicciones. Pero no dice nada. Sabe que llegado el momento, tal vez necesite atravesar una vez más su coraza, y para él, esa es una empresa que no admite sutilezas, tentativas, ni distracciones. Así, sin querer anticipar ese momento ni en la realidad ni en su cabeza, se retira para dejarlo trabajar.

Pocos minutos después, apenas habiendo comenzado a repasar minuciosamente los archivos de Corserra, nota un ligero golpe de aire a su espalda, y se detiene. Conoce demasiado bien la sensación como para necesitar confirmación visual.

B- Clark... – Superman también conoce perfectamente la sensación como para extrañarse - ¿A quién debo el honor? ¿Alfred?

S- ¿Qué problema tenéis los detectives con los mayordomos? Soy periodista, ¿recuerdas?

B- No eres tan bueno, y sé que Lois está fuera del país.

S- Dick me pidió que fuera discreto, pero ambos sabemos que eso no tiene sentido contigo.

B- ¿Gordon?

S- Sí. Llamó a Barbara mientras se dirigía a Arkham.

B- Entonces me alegro de que se haya enterado por él… Puedes decirle a Dick que tendré esa conversación con ella tan pronto como llegue al fondo de todo esto.

S- Lo sé –afirma justo antes de adoptar un gesto más serio - Pero Richard no me ha pedido nada relacionado con Barbara. También está preocupado por ti. Y no me entiendas mal, ninguno nos atreveríamos a decirte qué hacer o creer cuando se trata de… él. Sé que tienes mucho que hacer, y que seguramente no necesites mi ayuda; aún así he venido a recordarte una vez más que no estás solo.

B- Sí, tengo mucho que hacer… Pero hay algo que quiero preguntarte antes – girándose hacia Superman, para quien esta situación sí que es completamente inesperada, no pudiendo contener un gesto de sorpresa-. Recuerdo que mi padre solía utilizar con frecuencia una cita: “Lo único que hace falta para que el mal triunfe…

S- …es que los hombres buenos no hagan nada para evitarlo” – asintiendo con la cabeza.

B- Por aquel entonces solo era algo que sonaba muy bien, pero se clavó en mi mente, y más tarde me acompañó durante los años de dudas y sufrimiento. Cada vez que pensaba en rendirme mientras me preparaba, cada vez que cedía un milímetro al deseo de venganza, me la repetía a mí mismo en mi cabeza. Lo que nunca me pregunté es, ¿qué pasaría si un solo hombre bueno quiere hacer demasiado?

S- Nunca es demasiado, Bruce.

B- Eso es lo que siempre creí. Siempre que me enfrenté a la aparición de un nuevo fenómeno, siempre que pude cuestionarme si era mi propia existencia la que los estaba creando, me mantuve firme, consciente de que toda acción conlleva una reacción. Y aunque cada vez parecían temerme menos, insistí en la vía del miedo. Tuve que hacerme mejor, más fuerte, más oscuro.
Pero pienso por un momento en Hal... Él era uno de los nuestros; uno de los mejores además. Los dos vimos lo que le hizo el miedo, y si puede hacerle eso a uno de los héroes más grandes del Universo, ¿qué podría hacerle a un hombre desesperado?
Siempre vi al Joker como la maldad pura, una personificación de todo aquello contra lo que lucho. Cuanto mejor me hacía, más violento, imprevisible y caótico se volvía. Y aunque no creo… aunque sé que esta “cura” no puede retenerle, ahora creo que es posible que detrás de todo, en lo más profundo de tanta maldad, quizás solo haya un hombre asustado.

S- No voy a dudar de tu juicio en esto, pero él siempre ha querido llevarte al límite, ¿no es posible que todo esto sea solo un cambio de planes en su jugada?

B- He visto sus ojos Clark, esta vez no estaba provocándome, estaba pidiéndome ayuda…

S- Sabes que muchas veces he manifestado dudas hacia tus métodos, pero más que eso, siempre me entristeció ver cómo enfocabas tu potencial hacia el miedo y la desconfianza. Muchos me ven como una inspiración, un ideal; pero aunque yo me sienta como tal, en el sentido estricto de la palabra, yo no soy humano.
Pensaba que tú tenías la oportunidad de ser el mejor de todos ellos, una verdadera inspiración, un igual que les demostrara un camino mejor. Y en cambio preferías mantenerte como una leyenda urbana, un cuento para niños y malhechores, incluso una figura distante para los que son como nosotros. Pero con el tiempo te fui conociendo mejor. Cuando me dejaste. Entendí que sacrificaste todo eso para que hombres como yo, como tu padre, o como tú mismo en otra vida, no tuvieran que hacerlo. Y aun sacrificándolo todo, has perdido tanto…
Entendí que también mi propia naturaleza, por más luminoso que me mantenga, puede generar un gran miedo. Y quien más nos teme es también quien más nos odia. En eso, quizás solamente en eso, Luthor y él no son diferentes.
Créeme, cuando llegue el día en que decidas que Batman ya no es necesario y puedas ser por fin Bruce Wayne, muchos seremos los que lo celebremos. Pero he aprendido que mientras no llegue ese día, Batman no es un mal necesario; Batman es necesario.

B- ¿Y si en algún lugar de mi ser, todo este tiempo he estado compitiendo contigo?

S- Déjame contarte algo. Cuando era joven, quería jugar a fútbol americano. Me decía a mi mismo que lo hacía por obtener una beca y hacer más fácil la vida a mis padres, pero en el fondo lo hacía por ego. Mi padre me lo prohibió rotundamente. Al principio creí que por simple miedo a que fuera descubierto, pero él me hizo ver que era mucho más que eso. Todos esos chicos se esforzaban mucho, trabajaban duro para mejorar y poder superar a sus adversarios. No era justo para ellos tener que enfrentarse a un chico que no era en absoluto como ellos; pero sobre todo, no era bueno para mí. “No podemos aprender nada de una victoria sin sacrificio, ni de una meta sin obstáculos”, me dijo.
Lo que hacemos nosotros no es fútbol americano Bruce.
Tras el incidente con Ra’s y los "protocolos", tuve sueños muy vívidos donde perdía el control, sucumbía a ese mismo ego, y me convertía en aquello que desprecio. Y en todos ellos había algo en común. Tú siempre estabas allí para intentar detenerme. En algunos lo conseguías, en otros no; pero nunca te rendías…
Después de todos estos años, puedo decirte que no dejaría mi vida en manos de otro. Ni yo, ni tantos otros. Muchas veces he visto cómo te miran los más jóvenes, y también los más veteranos. Juntos hemos enfrentado amenazas inimaginables, y hemos visto cerca el final. Todos me habrían acompañado a un final heroico, pero ninguno lo habría hecho mientras tú no creyeras que era un final inevitable. Ni siquiera yo mismo. Y en ese sentido, todos competimos contigo. Competir nos hace mejores, nos lleva más allá de lo que creíamos nuestros propios límites. Solo la obsesión puede convertirlo en un problema. Conozco tu obsesión, y sé muy bien que no es competir conmigo, así que por lo que a mi respecta, no dejes de hacerlo.

Un silencio profundo se adueña de la cueva. La mirada contemplativa de Bruce recobra toda su determinación. Con un gesto de aprobación, se vuelve a girar hacia la computadora. No hacen falta más palabras. Pero no por innecesarias, son impronunciables.

B- Puedes decirle a Dick que no se preocupe por mí. Seguro que Barbara le necesita en este momento, ayúdalos en lo que puedas.

S- Siempre lo hago cuando me dejan. Adiós, Bruce.

B- Adiós Clark. Y… - vuelve a notar una ráfaga de aire en la nuca- gracias.


Y aunque haya levantado el vuelo, sabe que Superman le ha escuchado. Y Superman sabe que lo sabe. Ha conseguido lo que venía buscando, aun con la inesperada abertura emocional del hombre al que por encima de todo, considera un amigo; el mejor de todos ellos.

jueves, 13 de agosto de 2015

¿Falta originalidad? Lo que sobra es mediocridad. Ética y contenidos online.

Interrumpo mis habituales reseñas para traeros hoy una pequeña reflexión, siendo probablemente el blog el medio más adecuado para plasmarla.

Me llegó hace no mucho cierto contenido donde se denunciaba abiertamente, y sin demasiado fundamento, una alarmante falta de originalidad en el mundo del entretenimiento. La mil veces repetida canción triste, llena de vaticinios apocalípticos, mucha amargura, y en este caso concreto, escupida desde la limitada óptica de quién cree saber mucho, sabiendo en realidad muy poco.

Porque uno puede o no estar de acuerdo con alguien que afirma lo mismo desde la experiencia de quien lleva años, décadas, en el lado del consumidor compulsivo, en una conversación natural alejada del postureo que ejercen algunos aspirantes a creador de tendencias, que hablan más de lo que piensan, y destruyen mucho más de lo que crean. Y que nadie me malinterprete, ninguno somos ajeno a la pérdida de la capacidad de fascinación que a veces conlleva el paso de los años. La experiencia puede traer consigo una maleta pesada, una carga de escepticismo, un trasfondo amargo, y si no tenemos cuidado, hasta decepción y hastío.

Pero cuando esta afirmación nace de la propia frustración y mediocridad, cuando este hastío no responde a una trayectoria sino que ya viene de fábrica, y además se lanza con ínfulas de superioridad, a uno le saltan todas las costuras.

Hace hoy algo más de tres años, decidí enfocar algunos de mis esfuerzos hacia el mundo de la opinión y la crítica. En este tiempo, mientras buscaba mi propia voz (aún la sigo buscando), sin duda he cometido errores, pero de buen seguro he aprendido algo: quienes queremos dedicarnos a dar opinión, sea de manera profesional o aficionada, debemos procurar tener siempre en mente ciertas máximas. El dogmatismo, el inmovilismo y la posición de superioridad auto-concedida, han de ser vistos como el gran enemigo, y nunca como un sello de identidad. Tanto si queremos aportar un valor añadido, como ser un vehículo de aproximación, un elemento de consulta, o incluso una habitual voz discordante, debemos siempre mirar primero nuestro propio ombligo. Porque en el ejercicio de la opinión, debemos aportar nuestra visión intentando siempre ser vehículo de lo poco o mucho que sabemos, pero nunca esclavos de lo que no sabemos. Nunca vender vivencia como hecho, y aún menos, transmitir datos falsos  para fundamentar en ellos una opinión.

Porque independientemente de la mayor o menor tendencia al reboot, remake, o re-imaginación de conceptos ya conocidos, cada año tenemos varias propuestas interesantes e innovadoras por debajo del radar (Nightcrawler, Snowpiercer, Brick, Blue Ruin...)
Por otro lado, desde que el cine es cine, un alto porcentaje de sus producciones tienen detrás un guión basado en una novela o un hecho real, y algunos de los guiones originales pueden ser también una vuelta de tuerca a esas mismas historias. Y no estoy diciendo que haya que conocer todas esas fuentes, cuando precisamente una de las funciones del cine (y la televisión) siempre ha sido la de acercar al gran público productos anteriormente menos populares. Pero al menos tenerlo en cuenta antes de querer descubrir a las masas este hecho catastrófico que solo un gran analista puede sacar a relucir con tanta agudeza y precisión...
Y la cosa se agrava cuando, por simple afinidad, se pone como ejemplo de originalidad una serie de televisión basada en un personaje que existe desde 1941...

Es mucho más sencillo criticar con una serie de argumentos sesgados, e incluso datos erróneos, una tendencia que no nos gusta, que reflexionar sobre si esa supuesta tendencia es fruto de una decadencia real, de una percepción personal basada en el prejuicio, o de un cambio en la naturaleza del consumidor y el posicionamiento de los productos.
Más sencillo que tratar de analizar los hábitos de demanda de una generación marcadamente mitómana, y las que le siguen. Y desde luego, mucho más fácil y menos laborioso que dedicar tiempo y esfuerzo a buscar y ofrecer alternativas a tu público potencial.
Mucho más fácil que distinguir entre toda esa reutilización de materiales conocidos, qué propuestas creemos que merecen la pena de las que no. O recordar a creadores que sí han aprovechado esos trampolines para contar las historias que querían.
Es mucho más fácil entrar en la constante contradicción con tal de cubicar, escoger un tema más o menos manido para hacer una aproximación polémica, recoger cuatro datos de aquí y allá para complementar nuestras carencias, e intentar ocultarlas de un mundo que queremos que nos juzgue como una referencia que sabemos que no somos, pero que morimos por aparentar. Es mucho más fácil hacer todo esto deprisa y corriendo y ponerse delante de un micrófono o un teclado, que ser honesto con uno mismo y con tu público.

Errar es humano, pero quien mucho yerra y nunca rectifica, tiene un problema, y puede suponer un problema para los demás. Porque está muy bien tener las ideas claras, la vehemencia, e incuso la polémica; pero mi propia experiencia me dice que quien nunca cambia de idea, no es porque tenga las ideas claras, sino porque no sabe lo suficiente.

Puede que falte originalidad, como puede que falte capacidad del otro lado para ubicar el talento, u oportunidades para que éste sobresalga. O puede que no. Parece más bien un tema abierto a debate sin un claro vencedor, que un tema para una exposición unilateral y dogmática.
Lo que desde luego sobra son creadores de contenidos que únicamente se dediquen a intoxicar a su audiencia con sus propios prejuicios. Lo que sobra es mediocridad. Y cuando la mediocridad se premia, todos estamos tentados a coger la vía fácil. Y lo grave no es tomarla como fruto de la inexperiencia, sino hacerlo de manera premeditada y reincidente.

Ya que la calidad de nuestros contenidos depende tanto de criterios objetivos como subjetivos, debemos velar al menos por que su ética, la cual sí depende completamente de nosotros, sea lo menos dudosa posible. Hacerlo de corazón, en lugar de llenarnos la boca de un ejemplo con el que no predicamos.

 Y si no enlazo en esta entrada el contenido que ha provocado esta reflexión (aunque se puede encuadrar en un marco más amplio, que nunca general), no es por tirar la piedra y esconder la mano, sino porque no quiero publicitar y redirigir a mis (pocos o muchos) lectores a un contenido que considero absolutamente nocivo, incluso a modo de ejemplo.

Dicho esto, cierro este pequeño paréntesis, anunciando que entre hoy y el unes caerá el capítulo 4 de "La cura" (cerrando flecos). ¡Saludos a tod@s!

lunes, 10 de agosto de 2015

Ex machina (Alex Garland, 2015): ¿Sueñan los Nerds con Alicias Vikander eléctricas?


Después de dos novelas adaptadas con un resultado dispar (La Playa y Tesseract) y cuatro guiones más o menos exitosos, de los que, como mínimo, podemos decir que ninguno es un completo desastre (28 días después, Sunshine, Nunca me abandones y Dredd), el británico Alex Garland debuta tras las cámaras con uno de esos proyectos que inesperadamente acaba asomando la cabeza en salas comerciales a nivel internacional.

Porque en apariencia, Ex Machina es una película pequeña en un envoltorio pequeño, con pocos actores, pocos escenarios, relativamente poca innovación, y de seguro, poca promoción. Y pese a todo, ha conseguido convertir sus 15 millones de presupuesto en 36 millones de recaudación, pudiendo ser considerada a efectos de porcentaje, un éxito comercial. No perdamos de vista que, pese a las mareantes cifras de los grandes estudios, generar cuanto menos (aplicando la generalista fórmula del doble del presupuesto) 6 millones de beneficio neto tras unos dos años de trabajo, es algo que todos firmaríamos con los ojos cerrados. Y todo ello compartiendo cartel con los todopoderosos Vengadores...

Y decía lo de relativamente poca innovación porque, de entrada, ninguna de las premisas de Ex Machina parece especialmente fresca, evocando desde el clásico Frankenstein hasta la reciente Her, pasando por Blade Runner e incluso Weird Science. Y puede que ninguna de las reflexiones que plantea sean originales por si mismas de manera aislada. Pero quizás el conjunto de todo ello sí que lo sea. Porque dependiendo del espectador, nos invita a reflexionar sobre el ego, o la inseguridad, incluso centrada en el género masculino, si consideramos, y así lo interpreto, que ninguna elección de género es casual en esta cinta. Uno puede ver una metáfora de la misma evolución humana, o una vuelta de tuerca al concepto de matar a Dios para convertirse en Dios (siempre hablando desde un punto de vista antropológico, nunca teólogico, del que huye acertadamente).

Pero aún así, no es un visionado fácil de recomendar. Estructuralmente se centra en la exposición, algo que personalmente no me supone un problema, pero que podría aburrir a quien se aproxime a ella con una expectativa diferente. Presenta un único conflicto argumental (que no intelectual), aunque eso sí, latente a través de una gran atmósfera durante los dos primeros actos, y un desenlace con un giro que tal vez muchos calificarán de previsible. Valiente afirmación a toro pasado, cuando realmente, llegado el momento previo a la resolución, apenas quedan dos alternativas posibles.
Tampoco me atrevo a recomendarla en función de una agrupación del espectador por gustos, ya que podría decepcionar a quien espere grandes dosis de tecnología o ciencia-ficción, conceptos que están ahí únicamente como vehículo.

La única manera de enfocar esta recomendación es en función de la sensibilidad particular del espectador. Ex Machina no habla de Inteligencia Artificial, sino de la humana y de un reflejo muy concreto y condicionado en un organismo cibernético. No necesita fundamentar su solidez en un giro de guión que, por novedoso y sorprendente, acabe eclipsando un desarrollo vacío, como hiciera en su día Shyamalan con El sexto sentido (si alguien se toma la molestia de revisionarla con un mínimo de espíritu crítico). Más bien al contrario, lo que pueda perder en efecto sorpresa, lo gana dotando de un mayor sentido todo lo expuesto con anterioridad. Claro está, siempre que como digo, el espectador se haya dejado seducir por esa exposición.

Sin duda el resultado final se podría haber beneficiado de algo de metraje adicional (tampoco demasiado) que fundamentara algo más algunas escenas, o de la reescritura de alguna parte concreta, o de la visión de un realizador más experimentado. Pero en opinión de quien os habla, eso no desmerece un esfuerzo más que digno, incluso notable.

Porque independientemente del poso (algo muy personal) que os pueda dejar o no su visionado, hay ciertas cosas que nadie puede negar de manera objetiva. En primer lugar, sitúa de manera incontestable a Alicia Vikander en el mapa, como uno de los talentos jóvenes a seguir muy de cerca en los próximos años. Y aunque su actuación serena y su presencia angelical puede para algunos eclipsar todo lo demás, yo no iría tan lejos como para decir que se roba la película.



Porque, como si de un paralelismo con su propio desarrollo se tratase, todos los actores cumplen su papel, pero me gustaría mencionar especialmente a Oscar Isaac, sobre quien recae la responsabilidad de generar gran parte de la atmósfera de la película durante al menos tres cuartas partes de su metraje. Sea de manera presencial o implícita, pero sustentada en los matices de sus minutos en pantalla. Un actor con multitud de registros que merece un espaldarazo comercial más pronto que tarde, y que por desgracia, no apunta que vaya a conseguir con X-Men: Apocalypse, que ya le ha puesto en el ojo del huracán por un trabajo bastante desafortunado en lo que a caracterización se refiere. Aún así, no será la primera víctima de las caracterizaciones de Bryan Singer, territorio que ya ha pisado algún grandísimo actor como Ian McKellen. Desde aquí, la mejor de las suertes Oscar.

-¿Apocalypse? Qué bien, eh?
-Cállate Weasley...
Así pues, la conclusión general es que la suma de conceptos y situaciones vistos con anterioridad, sí pueden dar lugar a un producto que al menos se sienta como algo fresco. Si sóis de los que no tenéis problema con lo enumerado, os invito a darle al menos una oportunidad a esta propuesta, a la que, aunque no acostumbro a dar notas numéricas, voy a puntuar con un 7 (sólido).

Ya sabéis, si no estáis de acuerdo con lo expuesto, si queréis acordaros de mí por la recomendación (en cualquiera de los dos sentidos), o compartir cualquier otra cosa conmigo, podéis hacerlo a través de la sección de Comentarios, o de las redes sociales enlazadas en el blog.
¡Saludos a tod@s!


viernes, 7 de agosto de 2015

Léon. El profesional (Luc Besson, 1994): Benditas lentejas.


En 1994 el hiperactivo Luc Besson nos dejaba la que probablemente, a excepción hecha si se quiere de El quinto elemento (no así para quien os habla), sea su mejor película como director. Uno de los ejemplos más claros que se me ocurren de lo que podríamos considerar como una fan favorite, ya que si bien la recepción crítica de la película fue en muy pocos casos negativa, existe una importante diferencia entre esas valoraciones críticas mezcladas, rondando el 6,5 de media, y el notable alto que recibe por parte del público en webs como imdb, rotten tomatoes o filmaffinity, superando cómodamente el 8.

Como a estas alturas la mayoría ya sabréis, Léon El Profesional se centra en la relación entre el propio Léon, un asesino a sueldo, y Mathilda, una niña de 12 años que busca venganza por el asesinato de su família, a la que, pese a sus dudas, acaba aceptando como aprendiz. Esta viene a ser la sinopsis oficial de la pelicula, aunque lo más fiel a la verdad, sin entrar en grandes spoilers, sería decir que busca venganza por el asesinato de su hermano.

Con esta premisa, 110 minutos por delante, y el hombre detrás de Taken o Transporter a los mandos, uno podría pensar que nos encontramos a las puertas de un viaje cargado de acción, ritmo y violencia. Y en cuanto arranca la cinta, la primera escena parece ratificar esa expectativa. Nada más lejos de la realidad, pues a partir de ese momento y hasta su magnífica escena final (donde la película echa el resto), las escenas de acción se van viendo dosificadas, y cada vez más eclipsadas por el verdadero motor de la película, Léon y Mathilda. Mathilda y Léon.

Con esto no quiero no decir que la película sea un estudio de personajes, una reflexión sobre la naturaleza humana y la complejidad de sus relaciones. En absoluto. Sí que podemos encontrar algún que otro diálogo que cava más profundo, pero la mayoría del tiempo, los roles de niño y adulto se irán intercambiando y entrelazando hasta el punto de hacernos llegar a creer una situación tan rocambolesca en apariencia. No son personajes complejos y oscuros, y creo que ahí reside la magia de la película, en la pureza que ambos irradian de manera natural en un marco de crimen, drogas, muerte y violencia. A título pesonal, me parece algo muy meritorio y difícil de conseguir cuando otras historias con una premisa similar (Kick Ass, God bless America) normalmente son abordadas desde la parodia y la sátira.

Hablando de Kick Ass, uno no puede evitar ver algo de Léon y Mathilda en Big Daddy y Hit-Girl (siempre mezclado con la deconstrucción de Batman y Robin). Especialmente entre Mathilda y Hit-Girl. Desde la peluca de Hit-Girl, hasta un plano que prácticamente comparten ambas películas.




Tampoco es una historia rica en personajes. ya que aparte de su pareja protagonista, solo asoman la cabeza Danny Aiello como Tony, un personaje cuya principal función es en realidad dar matices al personaje de Léon (sobre todo una vez madurada la película), y Gary Oldman como Stansfield, nuestro villano.
Respecto a Oldman, algunos le acusan en esta ocasión (y algunos en muchas otras) de sobreactuado. Debo decir que no comparto lo más mínimo esa visión. Creo que hay que diferenciar entre sobreactuar, e interpretar a un personaje extremo; Stansfield es drogadicto, violento e inestable, un villano con muy pocos minutos en pantalla, que requería un actor sin miedo, capaz de desmelenarse y entregarse a un papel, probablemente el peor escrito de toda la película, que en manos de cualquier otro bien podría haber condenado la película al fracaso.

¿Una escena cagando dices? No hay problema, soy el puto Gary Oldman!
Y digo el peor escrito porque es en lo que le rodea donde vamos a encontrar todas esas lentejas (ya sabéis, si las quieres las tomas y si no las dejas) a las que hacía referencia en el título.
Porque nuevamente, para no estropearos la experiencia si es que aún queda alguien que no la haya visto, solo diré que es un personaje al que se le piden muy pocas explicaciones y se le conceden muchos, muchísimos recursos.
Por no hablar de las cosas que pueden llegar a pasar en una comisaría de policía.
Lentejas sí, pero cuando las acompañas con buenos personajes, buenas actuaciones, y una escena final memorable, uno solo puede decir: benditas lentejas.

A modo de off-topic, simplemente me gustaría señalar mi decepción relativa a estas alturas con Natalie Portman.
Que no se me enfade nadie, sé que solo tiene 34 años, una edad con la que los más afortunados apenas empiezan a despuntar, y un Oscar en su haber. Pero lo cierto es que cuando con 14 años, ya te ha robado el corazón en Léon, les ha robado la película a un supuesto reparto coral en Beautiful Girls, y hasta ha asomado la cabeza por Heat, uno se entrega convencido de que la niña se va a comer el mundo. Y lo cierto es que, 21 años después, su carrera no me parece tan rutilante como hubiera vaticinado por aquel entonces. Ha combinado grandes actuaciones (Closer, Cisne Negro) y buenos proyectos, con auténticos bodrios, comedias románticas, telefilmes de tapadillo, y una muy desafortunada elección de Blockbusters (V de Vendetta, la segunda trilogía de Star Wars, y la franquicia Thor). Y es que su Amidala (mitad de la pareja con menos química de la historia del cine) y su Jane Foster, casi me han hecho desear que Natalie se hubiera criogenizado a los 15 años y salido únicamente de ese estado para interpretar a personajes como Mathilda. Casi. Pero por favor, no más Jane Foster...

La semana que viene voveré con más reseñas, y el cuarto episodio del fanfiction.
¡Saludos a tod@s!


jueves, 6 de agosto de 2015

Fan Fiction. Batman: La cura. Capítulo tres.

Hola a todo@s. Después de un periodo vacacional, aquí tenéis el tercer capítulo del fan fiction "La cura". Aunque no estoy recibiendo unos datos muy esperanzadores en cuanto visitas, y ningún feedback a través del blog, lo cierto es que, tal y como comenté, este es un proyecto que quiero finalizar más como algo personal, que por lo que pueda o no cubicar en lo que a datos se refiere. También debo decir que algunos sí os habéis pronunciado a través de las redes sociales, y aprovecho para daros nuevamente las gracias.
Sin más, espero que os guste, y no temáis compartir vuestras impresiones conmigo, sean en el sentido que sean.

Nota: Este es un fan fiction publicado sin ánimo de lucro ni agravio, en un blog que no recibe ingresos de ningún tipo. Todos los personajes (a excepción del Dr. Corserra), ubicaciones, y marcas registradas utilizadas en esta historia son propiedad de DC Comics, que podrá solicitar a través de cualquier vía la retirada de esta publicación.

Batman: La cura. Capítulo tres.


Asilo Arkham, 23:29 h

El caballero oscuro cruza el umbral de la puerta que le debe situar por enésima vez cara a cara con su némesis. Al otro lado, solo esperan una mesa, un par de sillas, y un recluso esposado con el nombre Joker en la solapa de su uniforme; en sus ojos solo encuentra una mirada esquiva y desapasionada. No necesita más para saber que algo ha cambiado dentro del hombre al que tantas veces ha confrontado, pero no le sorprende. Arkham y Corserra no les habrían llevado hasta allí para presumir de su logro si no estuvieran seguros de lo que tenían entre manos. Pero sabe que eso no significa que su papel en todo esto haya terminado.

Demasiadas preguntas en el aire, algunas relacionadas con los límites que hayan podido cruzarse en el proceso, o más importante aún, si ese nuevo estado puede ser realmente permanente. La más importante, en cambio, lleva mucho más tiempo en su cabeza; casi tanto tiempo como su interlocutor, tanto tiempo como el que ha pasado desde que su misión se convirtió en obsesión, cuando empezó a cuestionarse si la maldad pura podía ser derrotada o simplemente estaba condenado a contenerla eternamente.

Pero todas esas preguntas tendrán su momento y lugar para ser estudiadas. Y es que bajo las innumerables máscaras con las que carga, siempre hubo un hombre forzado a convivir demasiado tiempo, demasiadas veces con la pérdida. Un hombre que nunca pudo confiar en una respuesta desde el otro lado que quizás, solo quizás, esta vez sí pueda obtener.

B - Joker...

J - Te agradecería que no me llames así.

B - No estás en posición de pedirme nada. En cualquier caso, te lo preguntaré como si habláramos de otra persona. Así que dime, ¿a qué teme el Joker?

J- A estas alturas ya deberías conocer la respuesta a esa pregunta. A todo, Batman. A la indiferencia, al olvido, a la intrascendencia, a la vida... A todo excepto a la muerte. Y por encima de todo a ti, por obligarme a seguir asustado -
asevera sin que su expresión denote un solo sentimiento.

B - He venido creyendo que podría obtener algo nuevo, pero veo que estaba equivocado. Dicen que has cambiado, pero solo recibo una broma de mal gusto como respuesta. Después de todo, ¿yo soy el responsable de tus actos?

J - Cambiado o no, soy muy consciente de todo lo que he hecho. Si siento culpa o no, es algo que no te incumbe. Soy responsable de mis actos, igual que tú eres responsable de los tuyos. No te culpo por lo que he hecho, te culpo por no haberme parado.

B - Yo siempre he estado ahí para detenerte.

J - Sigue diciéndote eso a ti mismo Batman. Una vez estuviste ahí para detenerme, mucho antes de que fuera una amenaza real, pero sobreviví, y ya nunca fuiste capaz de acabar lo que empezaste.

B - Conozco este juego, lo hemos jugado demasiado tiempo.

J- Oh, sí. El enfermizo juego de tu luminosa oscridad contra mi alegre maldad. Sigues repitiéndote sin pudor la misma mentira con la esperanza de llegar a creerla; nunca has querido un mundo mejor Batman, solo un mundo donde fueras necesario.

B - Si quisiera un psicoanálisis barato, hablaría con Harley. He venido buscando respuestas, si no vas a dármelas, tengo cosas más importantes que hacer...

J - Nunca hubo nada más importante ¿Quieres respuestas? Después de media vida obsesionado contigo, creo que puedo darte algunas. Sé por qué nunca hiciste lo que era necesario.

B - Yo no decido quién vive y quién muere, no soy como tú.

J - Por supuesto, nuestra vieja canción. Si me matas, podrías convertirte en lo mismo; yo gano, tú pierdes... ¿Y qué? ¿Cuánto has sacrificado en pos de tu cruzada? ¿Tanto cuesta sacrificar también tu orgullo? Yo gano y muero, tú pierdes y vives; o mueres, ¿qué más da? Gotham gana, el mundo gana. Mira ahí fuera: Crane, Bane, Croc, Ivy, incluso tu amigo Harvey... Tus coloridos amigos podrían pararlos a todos, al único que no podían detener era a mí. Mi existencia ha estado justificando la tuya, pero no es solo eso...
Si yo desaparecía por cualquier otro motivo, el azuloso te dejaría mantener tu patio de recreo, y hasta podrías seguir jugando con los juguetes de la Liga. Y entonces lo entendí. De algún modo, en algún lugar, él cruzó ese límite vuestro, hizo lo que tenía que hacer, y tú lo sabes. Quizás no lo sepa nadie más, quizás lo sepan unos pocos, pero eso no te importa: mantenerme vivo te hace mejor que Superman. Eso es lo que te convierte en una roca, eso es lo que me impidió llegar a ti incluso cuando empecé a derribar bat-chiquillos.

Batman aprieta los dientes y cierra los puños, y como una furiosa exhalación, arroja la mesa contra la pared haciéndola añicos, y levanta al Joker del cuello.

B - ¡¡No te atrevas, no tienes derecho!!

J -
con un hilo de voz por el estrangulamiento - Al menos... el chico no... tenía miedo... Él... habría terminado... el trabajo... Pero tenías... que ser... tú - y por un instante sus ojos parecen recobrar la vida - Todavía puedes...arreglarlo... Batman...No dejes que... vuelva...a ser...lo que era.

B -
manteniendo la presa por unos segundos antes de dejarlo caer y dirigirse hasta la puerta - Conocerás el infierno Joker, pero no seré yo quién te envíe. - concluye justo antes de abandonar la sala.

De vuelta al otro lado, el semblante serio de Gordon, y la mirada autocomplaciente de los doctores se posan sobre él.

B - Puede que el fármaco sea efectivo, pero si creen que basta con eso para contenerle, están equivocados. Es posible que ya no sienta la necesidad de matar, incluso que la idea le cause rechazo, pero aún queda odio en él.

C - Lo sé, su tratamiento aún no ha terminado. Es normal que a estas alturas todavía sienta algo de rechazo hacia si mismo, y mucho odio hacia Batman. Puedo solucionar la primera parte con psicoterapia, la segunda sería mucho más fácil si estuviera dispuesto a que le ayudemos también a usted.

B - Así que eso es a lo que hemos venido... Hemos terminado aquí.

C - No hace falta que responda ahora mismo, pero piénselo.
"Batman", una criatura que genera tanto miedo solo puede haber nacido de él. Déjeme ayudarle, puedo hacer que el miedo desaparezca.

B - Yo no temo a los criminales, Corserra.

C - Pero teme a las consecuencias de sus actos... ¿Qué otro motivo podría llevar a un hombre adulto y claramente brillante a vestirse de murciélago y malgastar su talento en una pelea de locos?

B - Dicen que no hemos venido a poner en duda sus métodos y sus resultados. Tampoco he venido a que nadie ponga en duda los míos. 
- mientras retoma el camino de salida acompañado por el comisario.

A - Es consciente que acaba de agredir a un paciente de una institución mental, ¿verdad?

G - mientras continúan caminando - Y pese a todo, al menos hoy, no vamos a irnos habiendo agredido también a su director. Caballeros.

Y tal como llegaron, los dos hombres van deshaciendo su camino sin mediar palabra, hasta que una vez abandonado el edificio, Gordon rompe el silencio.

G - Solo dime, ¿crees que es posible que dure?

B - Sé que no durará. Lo que me propongo averiguar es si ellos lo saben. Si esto esconde otros motivos, si son cómplices de un engaño, conseguiré lo necesario para hacerles responder ante la justicia.

G - ¿Y si solo son víctimas de su ego?

B - Entonces, como todos, deberán responder ante ellos mismos.
..

Gordon se detiene por unos segundos. Siente que esas palabras cargan con el peso de un resquicio de duda, quizás incluso de culpa. Lo siente porque ya escuchó el mismo tono antes, cuando perdieron a Harvey Dent, o cuando Bárbara quedó encadenada a una silla de ruedas... Puede que el tiempo le hubiera vuelto más duro y hermético, y aunque nunca le interesó saber quién, Gordon nunca olvidó que ante todo, Batman es solo un hombre.

G - a unos metros de distancia - Sea lo que sea lo que ha pasado ahí dentro, nada ha cambiado.

B - Las cosas cambian constantemente James. La pregunta es si somos conscientes y capaces de adaptarnos a ello.


Gordon observa a su aliado perderse en la oscuridad mientras enciende un cigarrillo.

G- pensando nuevamente en voz alta - El mundo necesita héroes, eso no cambiará nunca. Espero que seas consciente, y que no lo olvides... 



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