jueves, 11 de febrero de 2016

Lectura recomendada (del semestre): La Cosa del Pantano de Mark Millar y Grant Morrison (Swamp Thing 140-171, 1994-96)

Después de que la "eficiencia alemana" me haya mantenido varios meses casi incomunicado, retomo el blog con una entrada sencilla de esas que, si me pongo a contar meses, os debo unas cuantas. Al lío.


Durante estos meses de aislamiento involuntario, entre otras cosas, me he podido dedicar a completar lecturas pendientes. Y una de ellas ha sido esta etapa de La Cosa del Pantano recopilada en los dos tomos de "La Biblioteca de Lucien" publicados por Planeta, un formato no demasiado agradecido, pero el único disponible, y que tal vez ECC debería tener a bien reeditar, una vez amortizada la tercera versión recopilada en el mercado hispanohablante de la etapa de Alan Moore.

Y precisamente esa saga nacida de la genial pluma e indescifrable cabeza  del de Northampton, había sido hasta la fecha mi (casi) único contacto con el personaje. Y tiene una explicación, la más sencilla de todas; completada su lectura, lo más fácil es pensar que, después de Moore, no hay nada.

Pero si bien es cierto que el conjunto de esta etapa no alcanza las cotas de genialidad de Moore, no es menos cierto que dista mucho de ser considerado como "nada".

Y es que allá por 1994, un desconocido Mark Millar, tutelado por otra superestrella británica como Grant Morrison durante los primeros números, proponían un nuevo giro a la historia del elemental después de que, tras su marcha, se abandonaran prácticamente todas las bases sentadas por Moore.

Pero no se limitaron a crear un sucedáneo barato de algo irrecuperable, sino que con mucha personalidad (y para mi gusto, acierto), crearon algo diferente, y expandieron el Universo y la mitología de la Cosa mucho más allá, dando cierre a la historia de un personaje que no sería retomado hasta 2004 (ya que el arco de Vaughan de 2001 nos propone a "otra" Cosa del Pantano), y tampoco lo haría por mucho tiempo.

A grandes rasgos, Morrison pone la psicodelia y el onirismo, y Millar pone la violencia y el lenguaje soez. Y al final lo que nos queda, si queremos compararla con la propuesta de Moore, es una historia menos ecologista pero más terrorífica; menos psicológica pero más psicotrópica (aunque también existencialista y filosófica); menos profunda, pero también mucho más dinámica. Una lectura ágil, vertiginosa, con decenas de personajes entrando y saliendo, y malrollera. Sobre todo malrollera. Y es que si os hacéis con uno de esos tomos con olor a viejuno y humedad, u os dedicáis a su lectura en un estado semifebril, os garantizo que en más de una ocasión no vais a poder contener la náusea. No faltan un buen puñado de momentos en los que, más que a Millar y Morrison, su imaginario parece evocarnos a Clive Barker o H.R. Giger. En el dibujo, Phil Hester o John Mueller entre otros, plasman con absoluta solvencia este tono tétrico, onírico y violento, casi siempre con un buen dominio de la narración secuencial, al menos para un paladar curtido pero sin conocimientos técnicos como el de quien os habla.

Una lectura que bien merece ser recomendada, incluso enérgicamente, pese al vacío editorial al que de momento parece condenada. Que sí, que Moore es muy bueno y muy rentable, pero que su Cosa del Pantano sea un 10, no debería de relegar a este 8 holgado al olvido editorial, y menos en estos tiempos, en los que la reedición de cualquier cosa medio decente tiene muy buenos números de rentabilizarse mejor que algunas dudosas novedades...

Si ya la habéis leído, o lo habéis hecho a raíz de esta recomendación, os invito a compartir vuestros pensamientos en la sección de comentarios. ¡Saludos a tod@s!

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