Hola a todo@s. Tal y como os prometí el viernes, llega el capítulo cuatro recién salido del horno. Sé que de momento todo está siendo exposición y diálogo, pero creo que es importante sentar bien las bases de dónde se encuentra emocionalmente cada personaje, y en qué punto aproximado de la continuidad pre-new 52 podría encajarse (con algunas licencias, ya que no dejaría de ser más bien un Elseworld) antes de que empiece la acción. Que tampoco es que vaya a haber a raudales, pero prometo que la habrá.
Espero que os guste.
Espero que os guste.
Batman: La cura. Capítulo cuatro.
Bat-cueva
0:01
Para
cuando el bat-móvil rompe con un estruendo el silencio de la cueva, Alfred
lleva esperando unos minutos. Consciente de lo delicado del momento en
cuestión, intenta permanecer lo más sereno e inexpresivo posible. Aunque en el
pasado no siempre estuvo de acuerdo con la cruzada y los métodos de Batman,
piensa que éste no es el momento para otras consideraciones. Los dos hombres se
dirigen con paso ligero desde la plataforma del bat-móvil hacia la computadora.
B- ¿Qué
tenemos?
A- Alexander
William Corserra, 38 años, nacido y criado en Coast City. Comenzó sus estudios
de Psicología en la propia CCU, y tras la destrucción de la ciudad se mudó con
su familia a Metrópolis, donde finalizó sus estudios y obtuvo el doctorado. Sin
antecedentes. Ha trabajado siempre en el campo de la investigación, donde hasta
ahora no parecía haber destacado especialmente. Su nombre aparece en una única
patente, y solo uno de sus estudios ha pasado las primeras fases de desarrollo.
También he generado un listado completo con imágenes de todos los inversores que
alguna vez le han financiado, además de familiares, compañeros de clase,
profesores... Ninguno de ellos ha generado resultados del cruce automático de
referencias, pero tal vez usted pueda obtener algo más. Me he permitido la
libertad de prepararle un tentempié en caso de que se presente una noche larga.
Estaré
arriba si me necesita. Y… buena suerte señor
B-
Gracias, Alfred – retirándose la capucha.
Y al
pasar, le devuelve una mirada de cierta calidez a su más antiguo aliado y
amigo. Al ver sus ojos tras la máscara, Alfred puede reconocer una preocupación
genuina, que más que al propio Batman, le evoca al joven Bruce cuando albergaba
muchas más preguntas que respuestas y más dudas que convicciones. Pero no dice nada. Sabe que llegado el momento, tal vez necesite atravesar una vez
más su coraza, y para él, esa es una empresa que no admite sutilezas,
tentativas, ni distracciones. Así, sin querer anticipar ese momento ni en la
realidad ni en su cabeza, se retira para dejarlo trabajar.
Pocos
minutos después, apenas habiendo comenzado a repasar minuciosamente los
archivos de Corserra, nota un ligero golpe de aire a su espalda, y se detiene.
Conoce demasiado bien la sensación como para necesitar confirmación visual.
B-
Clark... – Superman también conoce perfectamente la sensación como para
extrañarse - ¿A quién debo el honor? ¿Alfred?
S- ¿Qué
problema tenéis los detectives con los mayordomos? Soy periodista, ¿recuerdas?
B- No
eres tan bueno, y sé que Lois está fuera del país.
S- Dick
me pidió que fuera discreto, pero ambos sabemos que eso no tiene sentido
contigo.
B-
¿Gordon?
S- Sí.
Llamó a Barbara mientras se dirigía a Arkham.
B-
Entonces me alegro de que se haya enterado por él… Puedes decirle a Dick que
tendré esa conversación con ella tan pronto como llegue al fondo de todo esto.
S- Lo
sé –afirma justo antes de adoptar un gesto más serio - Pero Richard no me ha pedido
nada relacionado con Barbara. También está preocupado por ti. Y no me entiendas
mal, ninguno nos atreveríamos a decirte qué hacer o creer cuando se trata de…
él. Sé que tienes mucho que hacer, y que seguramente no necesites mi ayuda; aún así he venido a
recordarte una vez más que no estás solo.
B- Sí,
tengo mucho que hacer… Pero hay algo que quiero preguntarte antes – girándose
hacia Superman, para quien esta situación sí que es completamente inesperada,
no pudiendo contener un gesto de sorpresa-. Recuerdo que mi padre solía utilizar
con frecuencia una cita: “Lo único que hace falta para que el mal triunfe…
S- …es
que los hombres buenos no hagan nada para evitarlo” – asintiendo con la cabeza.
B- Por
aquel entonces solo era algo que sonaba muy bien, pero se clavó en mi mente, y
más tarde me acompañó durante los años de dudas y sufrimiento. Cada vez que
pensaba en rendirme mientras me preparaba, cada vez que cedía un milímetro al
deseo de venganza, me la repetía a mí mismo en mi cabeza. Lo que nunca me
pregunté es, ¿qué pasaría si un solo hombre bueno quiere hacer demasiado?
S-
Nunca es demasiado, Bruce.
B- Eso
es lo que siempre creí. Siempre que me enfrenté a la aparición de un nuevo
fenómeno, siempre que pude cuestionarme si era mi propia existencia la que los
estaba creando, me mantuve firme, consciente de que toda acción conlleva una
reacción. Y aunque cada vez parecían temerme menos, insistí en la vía del
miedo. Tuve que hacerme mejor, más fuerte, más oscuro.
Pero
pienso por un momento en Hal... Él era uno de los nuestros; uno de los mejores
además. Los dos vimos lo que le hizo el miedo, y si puede hacerle eso a uno de los
héroes más grandes del Universo, ¿qué podría hacerle a un hombre desesperado?
Siempre
vi al Joker como la maldad pura, una personificación de todo aquello contra lo
que lucho. Cuanto mejor me hacía, más violento, imprevisible y caótico se
volvía. Y aunque no creo… aunque sé que esta “cura” no puede retenerle, ahora
creo que es posible que detrás de todo, en lo más profundo de tanta maldad,
quizás solo haya un hombre asustado.
S- No
voy a dudar de tu juicio en esto, pero él siempre ha querido llevarte al
límite, ¿no es posible que todo esto sea solo un cambio de planes en su jugada?
B- He
visto sus ojos Clark, esta vez no estaba provocándome, estaba pidiéndome ayuda…
S-
Sabes que muchas veces he manifestado dudas hacia tus métodos, pero más que
eso, siempre me entristeció ver cómo enfocabas tu potencial hacia el miedo y la
desconfianza. Muchos me ven como una inspiración, un ideal; pero aunque yo me
sienta como tal, en el sentido estricto de la palabra, yo no soy humano.
Pensaba
que tú tenías la oportunidad de ser el mejor de todos ellos, una verdadera
inspiración, un igual que les demostrara un camino mejor. Y en cambio preferías
mantenerte como una leyenda urbana, un cuento para niños y malhechores, incluso
una figura distante para los que son como nosotros. Pero con el tiempo te fui
conociendo mejor. Cuando me dejaste. Entendí que sacrificaste todo eso para que
hombres como yo, como tu padre, o como tú mismo en otra vida, no tuvieran que
hacerlo. Y aun sacrificándolo todo, has perdido tanto…
Entendí
que también mi propia naturaleza, por más luminoso que me mantenga, puede
generar un gran miedo. Y quien más nos teme es también quien más nos odia. En
eso, quizás solamente en eso, Luthor y él no son diferentes.
Créeme,
cuando llegue el día en que decidas que Batman ya no es necesario y puedas ser
por fin Bruce Wayne, muchos seremos los que lo celebremos. Pero he aprendido
que mientras no llegue ese día, Batman no es un mal necesario; Batman es
necesario.
B- ¿Y
si en algún lugar de mi ser, todo este tiempo he estado compitiendo contigo?
S-
Déjame contarte algo. Cuando era joven, quería jugar a fútbol americano. Me
decía a mi mismo que lo hacía por obtener una beca y hacer más fácil la vida a mis padres, pero en el fondo lo hacía por ego. Mi padre me lo prohibió
rotundamente. Al principio creí que por simple miedo a que fuera descubierto,
pero él me hizo ver que era mucho más que eso. Todos esos chicos se esforzaban
mucho, trabajaban duro para mejorar y poder superar a sus adversarios. No era
justo para ellos tener que enfrentarse a un chico que no era en absoluto como
ellos; pero sobre todo, no era bueno para mí. “No podemos aprender nada de una
victoria sin sacrificio, ni de una meta sin obstáculos”, me dijo.
Lo que
hacemos nosotros no es fútbol americano Bruce.
Tras el
incidente con Ra’s y los "protocolos", tuve sueños muy vívidos donde perdía el
control, sucumbía a ese mismo ego, y me convertía en aquello que desprecio. Y
en todos ellos había algo en común. Tú siempre estabas allí para intentar
detenerme. En algunos lo conseguías, en otros no; pero nunca te rendías…
Después
de todos estos años, puedo decirte que no dejaría mi vida en manos de otro. Ni
yo, ni tantos otros. Muchas veces he visto cómo te miran los más jóvenes, y también
los más veteranos. Juntos hemos enfrentado amenazas inimaginables, y hemos
visto cerca el final. Todos me habrían acompañado a un final heroico, pero
ninguno lo habría hecho mientras tú no creyeras que era un final inevitable. Ni
siquiera yo mismo. Y en ese sentido, todos competimos contigo. Competir nos
hace mejores, nos lleva más allá de lo que creíamos nuestros propios límites.
Solo la obsesión puede convertirlo en un problema. Conozco tu obsesión, y sé
muy bien que no es competir conmigo, así que por lo que a mi respecta, no dejes
de hacerlo.
Un
silencio profundo se adueña de la cueva. La mirada contemplativa de Bruce
recobra toda su determinación. Con un gesto de aprobación, se vuelve a girar
hacia la computadora. No hacen falta más palabras. Pero no por innecesarias,
son impronunciables.
B-
Puedes decirle a Dick que no se preocupe por mí. Seguro que Barbara le necesita
en este momento, ayúdalos en lo que puedas.
S-
Siempre lo hago cuando me dejan. Adiós, Bruce.
B-
Adiós Clark. Y… - vuelve a notar una ráfaga de aire en la nuca- gracias.
Y
aunque haya levantado el vuelo, sabe que Superman le ha escuchado. Y
Superman sabe que lo sabe. Ha conseguido lo que venía buscando, aun con la
inesperada abertura emocional del hombre al que por encima de todo, considera
un amigo; el mejor de todos ellos.
Hola Marcos,
ResponderEliminarPara cuando el siguiente episodio?
Gracias!!
Estoy trabajando en elo, la idea es publicar el resto de la historia en una sola entrega. Saludos!
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